31.12.12

En año nuevo

31 de diciembre.
Ya estamos aquí, un año que a muchos nos pareció eterno.
Un año extraño, que nos prometía (una vez más) el famoso fin del mundo, y terminó siendo una mala broma de los intérpretes de los mayas jaja.
Un año lleno de cambios para mí, de decisiones difíciles, de perderme y volverme a encontrar.
Volteo atrás y hago el recuento de este 2012.
Hay una anécdota especial que viene a mi mente.
Estar en el jardín de la casa, llorando, enojada, maldiciendo, y claro fumando deseosa de ese cáncer.
Estaba enojada con alguien allá arriba, con el 'responsable' de nuestro destino.
Estaba 'enojada con Dios'.
(Calma, este no es un blog religioso, ni siquiera sé con claridad qué religión tengo, o en qué creo)
Vengo de una familia católica, que desde que tengo memoria me metieron en la cabeza de que Dios era el responsable de mi vida y de que todo lo que me pasaba era porque él así lo había querido.
Mi trabajo era rezar y pedirle por mí, por lo que quería, y 'dejarlo en sus manos'.
Y bien, así lo hice muchos años.
Pero estos dos últimos en especial, no me había funcionado, en lo absoluto.
Habían sido dos años muy pesados para mí, en los que me había tenido que enfrentar a situaciones que retaban mí fortaleza, que parecían tener la intención de pisarme una y otra vez.
Y yo rezaba, y le pedía que todo regresara a estar bien.
No obtuve respuesta o resultado.
Regresemos a la escena en mi jardín.
"¡Ya basta! Ya no quiero tu 'todo pasa por algo'. Estoy agotada. ¿Existes? ¡Entonces dame ese milagro! Estoy harta. ¡Quiero un milagro! ¡Vamos!" Decía con furia una y otra vez.
Y no, si lo que esperas es que te cuente que tuve una aparición celestial, que escuché cantos angelicales y que un viento repentino vino a mí acompañado de una luz deslumbrante, te quedarás esperando porque no pasó. Lo único fue que después comenzó a hacer frío y tuve que entrar a casa para dormir entre lágrimas.
He reflexionado una y otra vez esta escena.
Y es que, ¿cuántas veces nos hemos quedado esperando ese 'milagro', que Dios se encargue? Y para los agnósticos ¿Cuántas veces hemos culpado a la mala suerte, al karma mal entendido, cuántas veces hemos estado atenidos al 'destino' sentados, refugiados en la frase 'que pase lo que tenga que pasar'?
Aprovecho este cambio de ciclo y de que somos 'sobrevivientes del fin del mundo' para hacer esta reflexión.
Creo que por tradición todos ya hicimos nuestros propósitos de año nuevo, hemos fijado metas, y claro hay cambios que queremos hacer, aunque sean mínimos.
No nos faltarán las famosas uvas con deseos.
Otros usarán ropa interior de colores, y otros más harán rituales para recibir el año nuevo.
Todos esperando un milagro el siguiente año.
Después de tanto pensar llegué a esta conclusión: ¿Quieres un milagro? Sé tú el milagro.
Y es que en realidad ¿qué es un milagro?
Creo que un milagro no es un espectáculo de magia, Harry Potter no hace milagros. No necesitamos ser una deidad religiosa para hacer un milagro.
Te cuento otra anécdota para explicarte cómo lo entendí.
Me encontraba paseando en P. Avenue en Pittsburgh. Nevaba, y hacía un frío quemante.
Claro, yo vestía con ropa térmica, guantes, gorro, orejeras, botas de nieve y una chamarra que intentaba disfrazarme de un esquimal.
Sabía que hacia frío porque no sentía mi nariz que estaba descubierta, de lo contrario nunca me hubiera percatado.
Y así iba por la avenida, caminando como una bonita y pequeña botarga, entrando a tiendas, comprando cualquier tontería de un dólar y explorando.
Entonces me topé con un hombre, alto, afroamericano, con un gorro, unas botas y una chamarra.
Sostenía en sus manos resecas por el frío un letrero que decía en inglés "sin hogar y hambriento." En sus pies había un bote de unicel con unos cuantos centavos.
No pude evitar detenerme, me coloqué en frente de él, tomé dos dólares y los dejé en el bote.
El hombre me miró fijamente.
No era un hombre grande, si a lo mucho podía tener unos 30 años, no era invalido, estaba completo, sano, sin embargo hubo algo que me dobló completamente.
Una mirada triste, cristalina, sumisa. Una mirada que reflejaba tal fragilidad que por poco me provoca soltar un par de lágrimas. Sentí que debajo de toda la ropa que traía cómo mi estómago se encogió.
Nunca había visto una mirada así, te lo prometo.
Le sonreí y me devolvió la sonrisa.
Entonces decidí seguir caminando antes de derramar esas dos lágrimas.
Mientras entraba a más tiendas no podía dejar de pensar en aquel hombre, y en mi trayecto, tuve que pasar en frente de él un par de veces más.
Seguía de pie, frotaba sus manos una y otra vez y temblaba de frío.
Y no salía de mi mente.
Esos dos dólares no eran suficientes, tenía que hacer algo más.
Busqué a mi alrededor, vi una cafetería, entré entusiasmada.
Pedí un chocolate caliente grande y unas galletitas en forma de estrellas bañadas en azúcar glass.
Coloqué el paquetito de galletas en el bolsillo de mi chamarra, tomé el chocolate, pagué, y salí de ahí.
De la cafetería salió brincando como caperucita roja una pequeñita botarga feliz.
Me coloqué en frente del hombre y lo observé fijamente.
Me miró extrañado.
-Hace frío.- le dije.
El hombre esbozó una sonrisa ironica y agachó su cabeza.
-Sí, hace frío.- Me contestó.
Sin pensarlo si quiera, como un impulso, me quité mi bufanda y se la entregué.
El hombre abrió los ojos sorprendido.
-Te la regalo- le dije.
El hombre sonrió, rápidamente tomó la bufanda y se la colocó al rededor de su cuello.
-Lindo aroma-
-Gracias, es mi perfume.-
-Huele muy bonito.-
Le sonreí.
En seguida recordé lo que había comprado.
-¡Oh! Esto es para ti, hace mucho frío.-
Le entregué el chocolate y las galletas.
Los ojos del hombre se tornaron cristalinos, sonrió.
No puedo describirte la expresión del hombre de gratitud que emanaba en su rostro y lo que me hizo sentir.
-Gracias, lo aprecio mucho.- me dijo.
Volví a sonreirle, no podía hablar porque sentía que iba a comenzar a llorar.
-¿Te puedo abrazar?- me preguntó
Al principio me extrañé, me daba un poco de miedo que la situación tornara a otra cosa, a algo incómodo, sin embargo de nuevo, por impulso asentí con la cabeza.
Me abrazó.
-Gracias, de verdad lo aprecio.-
Había tomado la decisión correcta al aceptar el abrazo.
Me aparté y los ojos del hombre estaban vidriosos, en cualquier momento los dos lloraríamos por aquella emotiva escena.
No podía hablar, me limité a sonreirle.
-¿Cómo te llamas?-
-Ale-
-Little ángel called Ale that smells nice- me dijo sonriendo.
"Pequeño ángel llamado Ale que huele bien"
Volví a sonreír y me despedí.
Sí, parece que te conté la escena de una película hollywoodense.
Pero no, me pasó hace unos días.
Y fue un milagro.
No sé cuándo fue la última vez que ese hombre recibió una muestra de afecto, o que saboreó un chocolate con galletas.
Creo al hombre ya ni le pasaba por la mente disfrutar de un chocolate, galletas y tener menos frío gracias a una bufanda que no tenía planeado comprar.
Eso para mí es un milagro.
Poder perdonar a alguien que te lastimó mucho, y desearle lo mejor, de corazón.
Ahí también está un milagro.
Inclusive el ayudar a una mujer mayor con sus bolsas de supermercado habla de un milagro.
Una vez leí algo patético de un amigo en Twitter:
"Prometo que cuando sea grande y si llego a tener solvencia económica me convertiré en el Santa Claus de todos esos pequeños que no tienen una Navidad como nosotros."
¿Realmente tenemos que esperar a ser 'solventes' para hacer milagros y ayudar a quienes podrían necesitarlo? ¿Y si nunca llega a ser solvente, jamás va a ayudar?
¿Cuántas veces ponemos este tipo de pretextos para no ayudar en el momento, o para hacer lo que tenemos que hacer, para cumplir nuestras metas?
Creo que a mi amigo le bastaba preparar unos cuantos sándwiches y repartirlos, o reunir cosas que ya no usa y llevarlas.
No, no te estoy invitando a que ahora te conviertas en el nuevo héroe del planeta. Pero sí te invito a que mires los milagros de esta forma. ¿Te imaginas cuánto podríamos lograr a base de este tipo de pequeños milagros?
Y si no te nacen las obras humanitarias..
Tenemos el poder en nuestras manos el milagro de cumplir nuestras metas, de lograr todo lo que hemos pensado.
Y no porque somos seres súper poderosos, si no porque tenemos la capacidad de..
El problema es que nos hemos estancado en pensar que alguien 'superior' lo hará por nosotros.
Ahí entendí mi error, no podía seguir esperando a que alguien resolviera mis problemas, a que alguien más se encargara de que me fuera bien.
Cuando en realidad es mi trabajo que me vaya bien, ser feliz, no depende de nadie más que de mí, y todo lo que me pasa es mi responsabilidad, y si no me gusta lo que me pasa, puedo cambiarlo.
Suena a mensaje mágico de Disney, pero te prometo, ahora que lo entiendo me ha estado funcionado.
Este año nuevo, este año que comienza, te invito a hacer una reflexión de los anteriores, a que pienses en lo que no te gusta, lo que no te ha funcionado, y lo que quieres. Que pienses en qué puedes hacer al respecto, y lo hagas. No te desesperes, habrán veces en las que necesitaras mucha paciencia, pero sigue.
Estos son mis tips para antes de que empiece el 2013.
Perdona a quienes te lastimaron, deséales lo mejor y sigue adelante.
Pide perdón si lastimaste o defraudaste a alguien.
¿Te acuerdas de que el año pasado hablé de un cuaderno más que cerraba?
Pues aquí aplica igual.
Yo, por ejemplo, quiero un año completamente nuevo para mí, voy a renovar absolutamente todo, hasta mi casa jaja. (Es en serio, me he mudado de casa.)
Y para eso tengo que cerrar círculos, dejar a las personas que tienen que quedarse en mi cuaderno pasado.
Ya perdoné, ya desee lo mejor, ya pedí perdón y ya estoy lista para seguir adelante.
Ya hice mi lista de metas, de cosas que quiero lograr este año y mi propósito principal es ser mi propio milagro.
Ahora tips para este nuevo año.
Haz una lista de lo que quieres lograr este año, de lo que quieres cambiar. Y a un lado qué puedes hacer.
(Cosas reales, por ejemplo yo que mido 1.50 no voy a anotar 'medir 1.80', no te pases jaja).
Y cúmplelo, cree que puedes cumplir tus mentas.
Y, si está en tus manos hacer un milagro pequeño, como el que yo hice con el hombre que tenía frío, hazlo, te juro que es una satisfacción súper bonita, sacarle una sonrisa espontánea a alguien.
Experimenta una vez, te invito.
Y si no planeas hacer nada al respecto, no culpes a alguien más, o te 'enojes' con alguien superior, es tu culpa.
En cuanto a los que tienen una religión, y creen en Dios.
Él me ha enseñado que lo único que tengo que pedirle es que me ayude a creer en que puedo lograr todo lo que quiero, y en que me ayude a no rendirme.
Después de este súper motivacional blog, me despido :)
Quiero agradecerte un año más de leerme, de seguirme en mis reflexiones, que espero alguna de ellas te haya ayudado.
Y quien me lee por primera vez, bienvenido, espero me acompañes este nuevo año.
Quiero darte mis mejores deseos, y que este año nuevo sea mucho mejor para ti que el anterior.

PD: ¡Oh! Por cierto, que estés leyendo este blog es un milagro que he hecho. Me encuentro en una cabaña enterrada en la nieve en medio de la nada, mi computadora no prende porque está congelada, no hay señal, y tuve que hacer cosas realmente chistosas para conseguir internet y publicar desde mi celular :)

Feliz año nuevo.

14.11.12

Y ahora... ¿qué sigue?


“¿Y ahora qué sigue?”  Escribí en una de mis agendas entre lágrimas.
Estaba cayendo en la cuenta apenas de la decisión que había tomado hace unos meses.
Para los que no saben (que seguramente sí saben jajá.) llevo siendo porrista desde hace 7 años.
Y no “porrista” como un hobbies, porrista como prioridad.
Yo era de esas deportistas que gozaba de pronunciar la famosa frase “No puedo, tengo entrenamiento.”
Competí infinidad de veces en Nacionales, y también en el aclamado Cheerleading Worlds, el sueño de todas las porristas, donde van países de todo el mundo, los mejores porristas se subían a aquel escenario.
Para mi fortuna, también ya había podido usar un uniforme con los colores verde, blanco y rojo, portando con orgullo el nombre de México.
No quiero entrar en presunciones, pero también me encontré con la suerte de entrar a uno de los mejores equipos de mi ciudad (si no es que el mejor) campeones en absolutamente cualquier competencia a la que entrabamos.
Me jactaba de esto subiendo fotos, diciéndole al mundo que esa era yo LA PORRISTA.
Y así dediqué 7 años de mi vida, a este deporte. Y antes gimnasta rítmica también de tiempo completo.
Déjame decirte que ser porrista no sólo definía a que me dedicaba, si no también definía quién era, mi identidad.
Ya sabes yo era de las que se presentaba: “Soy Ale, y soy porrista.”
Y las personas saben que Ale es la chaparrita, la porrista.
Mi padre, aficionado al deporte, hablaba de mí como tal, se le iluminaban los ojos cada que contaba lo que hacía, con orgullo, y en cada competencia/presentación/etc., estaba en primera fila, portando una playera de mi equipo, dejando caer lagrimas de orgullo cada que yo entraba a escenario.
Encima de eso, estaba completamente entregada a mi entrenador, una de las personas que más amo y admiro en el mundo, que además también se había convertido en un gran amigo. Mis mejores amigos estaban en mi equipo, y había encontrado una nueva familia.
Te confieso, así me veía siempre, estaba tan involucrada a mi deporte, a lo que era, a este estilo de vida, que así quería estar siempre, me enorgullecía completamente de lo que era.
¿Qué pasó hace unos meses?
Me enamoré.
Me comprometí con un amor. Pero no era un amor cualquiera, era un amor que conforme me fui involucrando más, me di cuenta de que era un amor al que tenía que dedicarle más tiempo de lo imaginado, y esfuerzo también.
Entonces me vi entre la espada y la pared, porras implicaba un compromiso enorme también, porque involucraba un compromiso con otras 22 personas en mi categoría.
Nunca me ha gustado hacer las cosas a medias, si voy a hacer algo, lo voy a hacer bien.
Había intentado vivir mis dos amores sin éxito. Tenía que elegir.
“Ya no quiero ser porrista.” Dije entre lágrimas un día.
Ya había elegido. Elegí mi nuevo amor.
Amor por la vocación que había descubierto. Mi amor por la literatura.
¿Ves cómo no era tan fácil? Me había enamorado del polo completamente opuesto a mi pasión.
Pero este amor me promete muchísimo, porque además, creo que te gusta lo que escribo, y no sabes lo feliz que soy cuando me lees.
Me veo toda mi vida escribiendo, leyendo. Definitivamente había descubierto mi vocación.
Obvio, para mi costumbre, una vocación difícil, y a veces hasta poco valorada.
Si aún no entiendes qué significa esto que te platico:
Había decidido dejar la sensación de las mariposas en el estómago antes de subir a escenario, el sentirme admirada por cientos de personas cuando estaba presentando la rutina, el escalofrió particular al terminar de presentarme y ver cómo un auditorio completo se ponía de pie para aplaudirnos y gritarnos porque les había gustado lo que habíamos hecho, el sentimiento que venía después de entrenar 4 horas diarias 365 días del año al escuchar el nombre de mi equipo en seguida de la frase “Campeones Nacionales.” 
Había decidido quitarle ese brillo particular a la mirada de mi papá cuando portaba mi uniforme de porras.
Decidí renunciar a mi otra familia, y a la persona que tanto admiro.
Despedirme de mi fuente de orgullo, de tantos logros físicos que había logrado a lo largo de estos 7 años.
Pero sobretodo decidí renunciar a mi identidad, para encontrar otra.
Todo lo anterior con la frase “Quiero dejar de ser porrista.”
Me prometí dejarlo después de mi campeonato Nacional.
Te cuento que ya pasó una semana del campeonato.
Entonces fue cuando me di cuenta de que ahora sí, tenía que armarme de valor y sostener mi decisión.
Te cuento, no ha sido fácil, y llevo apenas una semana.
En una semana me he encontrado con miradas de decepción, de tristeza, y de intentos de convencerme porque no lo deje.
Pero ya está tomada la decisión, y no hay vuelta atrás.
Hoy, caí me comprometí de verdad con mi vocación.
Y creo que ya me la estoy creyendo ya que esta semana sin entrenar, no he tenido energía o motivación alguna para estar despierta, duermo prácticamente todo el día, y en la escuela sólo pienso en llegar a mi casa para dormir.
¡¿Entonces por qué #$%&@ lo voy a dejar?!
¡Ajaaaa! Porque estoy persiguiendo un nuevo sueño, una nueva identidad, una nueva fuente de orgullo.
Porque me estoy probando a mí misma.
Me impuse un nuevo reto, y quiero superarlo.
Y ahora me encuentro aquí entre lágrimas, en un café que ya se ha enfriado.
Con una de mis agendas que tiene la frase:
“¿Y ahora qué sigue?”
Llevo aquí horas y mi agenda sigue con esa frase.
Claro, lo que sigue es comenzar a tomar millones de diplomados, leer, escribir, estudiar, buscar asesorías, etc.
Pero… ¿En cuanto a mí, qué sigue?
¿Cómo tomar una nueva identidad?
Además, esta nueva identidad, también viene con otras cosas.
Me he topado con comentarios como que es muy fácil escribir, o dejar una disciplina por estar “acostada en mi sillón rascándome el ombligo” (haciendo alusión a que dejaré de hacer deporte profesionalmente para estar todo el día leyendo y escribiendo), o que esta nueva identidad hace “sentir menos” a mis seres queridos porque sólo les “recalco que soy superior por leer tanto.”, también frases como “los escritores y los muertos de hambre son sinónimos” y todas esas frases ‘motivacionales’ jajá.
Competir en la sociedad contra el estereotipo de la porrista. Y claro, el decir que era porrista incrementaba mi “atracción” a los hombres (y mujeres también) jajá.
Creo que le he dado muchísimas vueltas al asunto, pero te prometo es muy difícil.
Creo que nunca me había topado con la situación de cerrar un círculo tan importante y tan influyente para mí, para abrir uno completamente distinto y nuevo.
Sin embargo, pienso que la sabiduría también parte de saber cuando debes de despedirte.
Y mi cuerpo y mente me dicen que ya tengo que hacerlo, pero sobretodo mi corazón me lo dice.
Porque cada que abro un libro, o que comienzo a escribir, mi corazón me dice “quieres hacer esto el resto de tu vida, persíguelo.”
No cabe duda que me encantaría seguir a mis dos amores.
Sin embargo en el amor la poligamia siempre termina marchándose.
¿Por qué te escribo hoy esto?
Por lo siguiente:
¿Cuántas veces hemos renunciado a sueños, a nuestra vocación, por lo que la sociedad nos dicta, por nuestro miedo de cometer un error?
¿Cuántas veces hemos decidido quedarnos en este estado de confort por miedo?
Te confieso, me estoy mentalmente preparando para enfrentarme sola a mis seres queridos, a la sociedad que me conoce, a las dificultades.
Pero siempre he creído también que cuando lo que amamos nos presenta tantos retos, es porque la satisfacción que vamos a recibir a cambio va a ser inmensa, inexplicable.
¿Sabes cómo lo compruebo?
Porque cada que escribo recibo comentarios muy bonito de los lectores, que me llenan el corazón.
Aquello me asegura que estoy tomando la decisión correcta.
No puedo asegurarte mi éxito en este momento, ni puedo darte un consejo concreto.
Lo que puedo decirte es que cuando creas que estés haciendo lo correcto, porque eso te da paz, felicidad y satisfacción, continúa haciéndolo, no te detengas. Usa el miedo como herramienta para continuar, si la sociedad está en contra sin fundamentos, haz exactamente lo contrario a lo que te dicen, es tu sueño, lo que a ti te hace feliz.
Y una vez que arrancas, no hagas paradas.
Por lo menos eso puedo decirte que haré ahorita.
Si ya tomé esta decisión, lo haré bien.  Usaré todas las oportunidades y herramientas que se me presenten para ir construyendo mi sueño.
Y sé que cada reto que se me presente, cuando lo supere me habrá dejado un gran regalo que es fortaleza y crecer como persona.
Te prometo sé que habrá momentos en los que estaré dudando de mi decisión, pero es parte de abrazar tu vocación.
Te juro, aunque resulte difícil de creer, me siento afortunada de que a mi corta edad he descubierto o que quiero hacer el resto de mi vida, que me garantiza felicidad.
Si aún no lo encuentras, no te preocupes, eso te llega en un momento, y a veces también debes de indagar un poco.
No hay mejor regalo para el alma, encontrar la satisfacción plena y personal.
Ya que para eso estamos aquí, para encontrar nuestro propósito en el mundo.
Cada quién tiene su propósito aquí y todos son igual de valiosos.
El problema es cuando la gente no quiere encontrarlo, no se da cuenta de que implica muchísimos retos y decide irse hacia atrás.
Me he hecho una promesa con mi vocación, aportarte algo a ti y a los demás en este camino, un regalo tan grande y tan satisfactorio no debe de quedarse en uno, debe de compartirse con los demás. Por eso nació este blog, para aportar algo de mí (que creo que es benéfico) a los demás.
Habrá personas que lo rechacen, y otras que lo reciban. Pero lo importante aquí es la intención transparente que sale del corazón.
Hoy me despido, pero me despido también con una sonrisa.
Porque todo lo que me dejó el ser porrista se queda dentro de mí, y lo usaré para mi nuevo camino.
Me quedo con todas las satisfacciones, con todos las sonrisas, con la gente tan valiosa que me topé, me quedo con la mejor etapa de mi vida dentro de mí. También me despido agradecida por todas las personas que me ayudaron a superarme en ese ámbito. Me despido con amor al que siempre va a ser mi deporte, al que fue mi identidad tantos años, con amor a quien me dio un nombre, una identificación, pasión.
Simplemente eso, me despido con amor.
En cuanto a mi identidad, no puedo decirme escritora aún, me queda un largo y dificilísimo camino.
Pero puedo decirte que he dejado de ser “la porrista” para ser “la que persigue su sueño.”
Y hoy, un 14 de Noviembre cierro un círculo entre lágrimas, para abrir uno nuevo,  el del resto de mi vida.

10.9.12

Odio de ti...

Odio de ti

Me molesta verte paseándote de manera tan engreída.
Me irrita ver cómo ves a los demás, como si tú fueras un ser excepcional y ellos no te llegaran ni a los talones.
No soporto que hagas público todo el tiempo lo físicamente perfecto que te crees.
Me enoja que asegures que puedes tener a cualquier niña a tus pies y las trates como tal.
Pero odio pensar que tienes la razón con todo lo anterior.
Odio de ti, esa sensación en el estómago cuando te veo.
Odio de ti, que tengas la mirada más bonita que he visto.
Odio de ti, que sonrías cuando me ves porque me haces sentir que provoco algo en ti.
Odio de ti, pensarte tanto tiempo, aún cuando me topo contigo todos los días.
Odio de ti, la loción que usas, que al saludarme se queda impregnada en mi ropa, porque además de verte en mi mente también tengo que olerte.
Odio de ti, que me pregunten cómo te conocí y tener que contestar porque aparece una sonrisa en mí que no puedo ocultar.
Odio de ti, que me abraces porque después no quiero soltarte.
Odio de ti, lo que provocas en mí cuando me miras a los ojos.
Odio de ti, no poder mirarte a los ojos para evitar ese sentimiento.
Odio de ti, que me hagas sentir especial un día, y al siguiente no.
Odio de ti, que mis mejores sonrisas sean por tu culpa, y también mis lágrimas más duraderas.
Odio de ti, tener tan buena memoria, porque recuerdo a la perfección cada atención que has tenido conmigo y cada vez que me has fallado.
Odio de ti, tener que reprimir este sentimiento para no alejarte.
Odio de ti, que hayas hecho que me enojara conmigo.
Odio de ti, que así como podías parecer perfecto, tienes la imperfección más grande de todas, estar consciente de que me lastimas una y otra vez al decepcionarme y continúas haciéndolo.
Odio de ti, que a pesar de todo, yo crea que existe algo diferente en ti, que te hará cambiar, cuando en realidad eres exactamente igual a todos los de tu tipo.
Odio de ti, que me hayas hecho pelearme conmigo misma, entre lo que siento por ti y lo que quiero para mí.
Odio de ti, que mientas.
Odio creerte, sin poner en duda lo que dices.
Odio de ti, haberte regalado una cuponera entera de oportunidades.
Odio de ti, que no seas la excepción y yo lo crea.
Odio estarte escribiendo.
Odio contradecirme.
Odio, el hecho de que ya no quiero sentir nada por ti, porque no lo mereces, no mereces nada de todo lo anterior, me desespera que no encuentro forma de deshacerme de esto.
Odio de ti, que no te hayas dado cuenta de que era algo que iba un poco más allá de una simple atracción.
Odio de ti, que en ningún momento pensé en besarte o en algo más, simplemente pensé en cómo quererte, odio no haber pensado más como tú.
Odio de ti, que me hagas sentir como una más del montón que andan detrás del tuyo.
Odio sentirme ordinaria cuando no lo soy.
Odio de ti, que no te hayas dado cuenta.
Odio dedicarte noches, empapando mi almohada con lágrimas pidiendo por favor que al día siguiente que te vea no sienta nada.
Odio que se quede sólo en noches con mi almohada húmeda.
Odio de ti, que te disculpes una y otra vez, sabiendo que volverás a fallarme.
Odio tener que escribir “me molesta” “me frustra” y “odio” al principio de este texto, en vez de “me encanta”, como antes lo hubiera hecho.
Odio haber fracasado de nuevo en elegir a quien querer.
Más bien odio que dentro de mí nadie me preguntó si quería quererte, simplemente un día te quise, y eso lo empeora todo porque así como no supe cómo comencé a quererte, no sé cómo dejar de hacerlo.
Odio de ti, haber descubierto todo esto, porque entonces ya no te quiero cerca, y odio no tenerte cerca.
Odio de ti, que me hagas sentir y que no puedo hacer nada para evitarlo.

13.8.12

A quien más quiero.


A ti, a quien quiero más que a nada en el mundo.
A ti, que quiero más que abrir un nuevo libro, porque platicar contigo es mejor que cualquier creación literaria.
A ti, que quiero más que una taza de café, porque cuando no lo bebemos juntas me sabe diferente.
A ti, que quiero más que cantar mi canción favorita de nuestro grupo favorito, porque si no canto contigo, mi voz se escucha como un susurro.
A ti, que quiero más que escribir, porque podemos escribir miles de historias juntas, que seguramente tendrían más éxito que cualquier otra novela escrita.
A ti que quiero más que a un cigarrillo, porque compartir uno contigo lo disfruto más que sola.
A ti te dedico esto que escribo, sin pies ni cabeza, porque últimamente eso nos pasa a las dos, últimamente no tenemos ni pies ni cabeza en cuanto a nosotras.
Nos han hecho creer que las lágrimas son para cuando algún ser querido fallece, para cuando pierdes al que pudo ser el amor de tu vida, para cuando te decepciona la persona con la que tenías una relación amorosa.
¿Entonces por qué últimamente he llorado por ti? A ti, que aquí sigues, que me has hecho pensar que no te vas a marchar.
¿Por qué siento que ya te marchaste?
¿Por qué lloro tanto si nunca tuvimos una relación amorosa y nunca quisimos tenerla?
¿Por qué estoy llorando por ti, mi mejor amiga, a quien quiero más que a nada?
O, más bien ¿Por qué me duele tanto confesar que ya me cuesta trabajo llamarte así, por el mejor pseudónimo que te pude haber puesto, “mejor amiga”?
Compartimos tanto que llegó un momento que sin hablar, podíamos saber lo que la otra pensaba.
¿Entonces por qué siento ahora que me cuesta trabajo decirte cómo me siento?
Tú, por quien doy lo que pidas, por quien me pierdo para que te encuentres.
A ti, a quien ya no tengo nada más que darle de mí porque ya te he dado absolutamente todo lo que tengo.
Mi hermanita, a quien cuido con pinzas, a quien no me perdonaría que algo le pasara y yo no pudiese evitarlo.
Repaso una y otra vez estos años de amistad, como un negativo de película, una y otra, y otra vez.
Risas, enseñanzas, consejos, galones de café, millones de colillas en un cenicero, semanas de películas, tu refrigerador que se convirtió en el mío, mi familia que se convirtió en la tuya.
Nos conocemos mejor de lo que la persona que nos mira en el espejo nos conoce.
¿Qué nos pasa?
Como aquel mensaje que mandaste una vez ebria, que ya no podías con esta amistad, que lo sentías, te despedías.
Entonces recuerdo cómo esa noche me bañé en lágrimas, me recosté en un sillón y me abracé las piernas, como una niña pequeña en su cuarto de noche, que le tiene miedo a la obscuridad.
Estaba aterrada, ahogada en miedo. ¿Qué voy a hacer sin ella? ¿Con quién voy a compartir tanto? Me pasaba por la mente una y otra vez.
Y me culpé, me culpé por no haber sido la amiga que tú has querido todo este tiempo, no había sido lo que merecías.
Y así pasaba, siempre que peleábamos, me preguntaba una y otra vez ¿qué te había faltado de mí?
Hasta me disponía a pedirte una disculpa sin saber qué había hecho, con tal de no perderte.
Siento como si le escribiera a un amor perdido.
Pero la amistad que tú y yo tenemos (o teníamos) me llenaba más que cualquier cosa, y era sólo eso, una amistad pura, sin hipocresía, sin algún interés de por medio más que el vernos felices.
Las peleas se volvieron más constantes.
La verdad, yo traía dentro de mí muchas cosas que nunca quise decirte por este mismo pánico que me recorría una y otra vez al pensar que podía perderte.
Y nos resumimos a esto, a peleas, a no decirnos qué sentimos, sólo impulsos.
Y de pronto quien una vez se esmeró hasta donde podía para verme feliz, comenzó a lastimarme.
¿A quién puedo pedirle un consejo ahora? Si a quien recurría era a ti.
¿Con quién puedo desahogarme? Si a ti te llamaba.
Si crees que te escribo con rencor, con coraje o demás, te equivocas.
Te escribo con amor a esta amistad, con incertidumbre y con decepción.
Algo no está bien en ambas y lo sabemos.
Ya no nos podemos dar el lujo de ir por un café después de una discusión y pretender que nada pasa.
Me has fallado mejor amiga, me has lastimado con esas fallas.
No estuviste conmigo en algo que es mi pasión porque te quedaste dormida, porque la noche anterior bebiste.
No me extrañaste en aquel viaje al que me marché durante un mes y no te preguntaste cómo estaba.
No te involucras en lo que amo, en lo otro que me hace feliz, no preguntas, no te interesa.
Siento a veces que soy tu último recurso cuando no tienes algo mejor qué hacer, cuando tú para mí has sido una prioridad.
Peor, ya no recurres a mí cuando necesitas una sonrisa, o hablar. Ya no piensas en mí cuando se trata de eso. Últimamente recurres a mí económicamente.
Me conoces tanto, que entiendes que eso tiene más valor que pagar un café.
Creo que también te hice creer en un momento que nuestra amistad se basaba en mi situación económica, que si no podía yo pagar algo, no me interesaba verte, y no era así.
No era presumirte mi economía, era un agradecimiento que yo tenía contigo por regalarme tantas sonrisas cuando nos veíamos, me nacía, y si podía pasar más horas contigo, gastaba hasta el último centavo. Porque ha sido mi mejor inversión. Si en algún momento sentiste que te compraba, lo lamento.
No sé si por eso también, te acostumbré a aquello.
Entonces llegó un momento en el que yo sentía que si no tenía algo material que te sirviera, no te interesaba verme.
Nunca he pedido que me paguen lo que doy porque siempre que doy algo (sentimental, o económico) me nace.
Pero hace poco me dijeron que las personas no valoran aquello, que entonces te exprimen hasta que ya no tienen nada más que sacarte.
Y aquí estoy, en este desajuste emocional de no saber qué dirección está tomando esta amistad.
Sólo quiero que regrese todo a la normalidad, como antes, que nos complementemos de nuevo, y te prometo, lo pido con lágrimas.
Me aconsejaron que pusiera a "prueba" a todos aquellos que dicen quererme, que así podía ver quienes realmente estaban a mi lado y quienes no.
Te confieso, lo hice contigo. Perdóname. 
Y el resultado fue algo que realmente no quise ver, porque entonces el dolor de "darme cuenta" o "abrir los ojos" iba a tumbarme.
Trabajo constantemente en no sentir decepción contigo, porque duele más que cualquier otro sentimiento.
Y sin embargo, llevo sintiéndome así desde hace un tiempo.
Quiero creer que no te das cuenta, que no es tu intención. No quiero creer que simplemente dejó de importarte.
Quiero creer que en la "prueba" tú eres la excepción porque siempre lo has sido en todo.
Siempre has sido esa EXCEPCIÓN a absolutamente todo lo que conozco.
Siempre he estado en contra de pedir un “perdón” o esperarlo, porque siento que eso debe de nacerte.
Pero te soy sincera, es lo único que he querido pedirte últimamente.
Que te des cuenta de que lloro por ti, porque me has fallado.
Que el no llegar me lastima cuando te estoy esperando, cuando cuento contigo.
Que el discutir y por impulso decidir terminar una amistad sabiendo que ese no es un adiós, en el momento me estropea hasta que decides resolverlo.
Que el no escuchar un “gracias” espontaneo que de verdad sientes, me desmotiva.
El ver que por personas que llevas una amistad tan corta haces tanto, y yo por un lado me siento aislada.
Imagínate qué tanto puedes lastimar a una persona que te quiere con todo el corazón con acciones que pueden parecer tan insignificantes.
¿Te estaré exigiendo demasiado? ¿Seré yo acaso la culpable?
Supongo, esa apatía tuya también tiene origen de algo que yo he hecho.
Hoy, mientras las lágrimas me estorban para escribirte, te quiero pedir una disculpa.
Perdón si llegue a marearte con mis pláticas, pero eras mi único escape de desahogo.
Perdón si yo también te hice sentir que no me interesaban tus cosas. Cuando te prometo me interesa más que cualquier cosa que me rodea.
Eres lo más estable que tengo, y te estás desvaneciendo.
Eres lo que con más orgullo presumo, y desapareces.
Nunca hemos manejado la “cursilidad” en nuestra amistad, y quise reprimirla porque sé que no te gusta, y ve todo lo que te he escrito.
Creo que también por eso no pude decirte todo lo que significas para mí y cuánto te quiero.
Me reprimí el decirte que a pesar de los errores que has cometido, eres a quien admiro, en quien creo completamente que va a ser una persona plena.
Creo en ti, siempre he creído en ti, y he intentado hacértelo ver de todas las maneras posibles.
Y estoy tan orgullosa de ti, por infinidad de cosas. Por cómo has afrontado tantos problemas, porque mientras muchos caen, tú buscas levantarte.
Una persona fuerte, inteligente, llena de talentos y cualidades.
Eres tanto, y yo tuve la fortuna de ser quien elegiste como mejor amiga, como hermana.
ELLA ES MI MEJOR AMIGA.
Y a ella tengo tanto que agradecerle.
Agradecerle quien soy, agradecerle porque es la respuesta siempre cuando no tengo un motivo para estar de pie. Agradecerle muchas de mis victorias.
Dedicarle infinidad de aprendizajes.
Porque tú me dejaste algo que vale mucho más que un cheque con millones de ceros a la derecha.
Me dejaste un crecimiento personal. Siempre te lo voy a deber, y eso nada puede pagarse.
Y no sabes lo infinitamente afortunada que me sentía con tu amistad, y lo decía todo el tiempo.
“Yo tengo una mejor amiga de verdad.”
Porque el día que alguien conozca lo que tú y yo teníamos, va a conocer la plenitud que te deja una amistad.
Te extraño, extraño a quien me eligió como mejor amiga, a quien daba todo por mí así como yo daba todo por ella.
Tú y yo nunca hemos creído en el amor que dura para siempre, sin embargo en la amistad sí.
¿Será acaso que con la amistad pasa lo mismo con el amor? Que llega un punto en el que ya no hay nada más que dar o recibir que se termina.
¿Entonces a dónde se van todas esas promesas, esos planes juntas?
¿Cómo te hago ver todo esto? ¿No te das cuenta cuando te lo grito?
No quiero creer lo último que he escrito. Pero tampoco quiero que llegue un punto en que todo eso tan bonito que tenemos termine en un caos que odiemos.
No quiero, no quiero que nos perdamos.
Te confieso hoy, tengo miedo, estoy aterrada.
Porque algo en mí dice que debo de alejarme antes de que todo empeore, que ya no me queden más lágrimas
Porque tú y yo lo sabemos esta amistad era mucho más, iba más allá de lo común, éramos más que eso y nunca encontramos una palabra exacta que lo describiera..
Yo sólo quiero lo mejor para ambas, lo que nos haga estar bien.
Quiero que las dos estemos bien, de la forma que sea, como sea.
Este escrito comenzó como un poema y terminó siendo un desahogo.
Me gustaría dejarlo en la intimidad pero no tengo en dónde plasmarlo para que lo tengas, porque ya ni siquiera hemos encontrado pretexto para vernos.
Igual y ni siquiera lo lees, pero esto es para ti, para mi mejor amiga, a quien quiero más que a nada en el mundo.
Y quien lea esto aunque tenga dedicatoria para una sola persona, quiero decirle que si quieren a alguien más que a nada, que si tienen a alguien que los quiera así, procuren, y cuiden algo que pocos tienen la fortuna de conocer.
Procuren no decepcionar, procuren decir lo que sienten en el momento.
Procuren demostrar más de lo que dicen.
Porque lastimar a alguien que los quiere infinitamente tiene un peso mayor a cualquier otro delito.
Y mientras ustedes le dedican noches de insomnio a un amor perdido.
Yo le dedico este insomnio y estas lágrimas a algo que puede llenarte más que cualquier otra cosa, a un tipo de amor diferente.
A una amistad sincera.
Te quiero con el alma cachi, y así siempre va a ser, aunque tomemos otro camino.

5.7.12

¿Quien está del otro lado del espejo?

Hoy fue un día de esos en los que te topas con fotos de AÑOS.
Platicaba con un amigo cuando de pronto, por curiosidad comencé a ver viejas carpetas en mi computadora, me encontré con una carpeta repleta de fotos de mi secundaria.
Fotos que ni siquiera recordaba.
Fotos en las que yo presumía 15 años con un vestido que simulaba al de una princesa.
Me emocioné con todos los recuerdos que vinieron a mi cabeza en esa etapa de mi vida.
Y le compartí esa emoción a mi amigo junto con la foto.
"No inventes Ale, estabas súper flaca." fue lo primero que me dijo.
Entonces sentí claramente como mi sonrisa se desvaneció a convertirse en un rostro de decepción.
Me coloqué en frente de un espejo, me quité la playera y me observé con tristeza.
¿Por qué había subido tanto de peso? ¿En dónde había quedado esa niña tan bonita de la secundaría?
Y es que me sorprende el hecho de que hasta en las fotos mi mirada se nota distinta.
En mis fotos del pasado, se me notaba una mirada segura, casi hasta soberbia, sabía quien era, y me encantaba.
Era increíble lo que en unos años podía cambiar.
Para ser sincera, nunca me había fijado tanto en mis defectos físicos como hasta ahora.
Creo que ni siquiera en la secundaría me había fijado tanto en mi físico como en esta etapa.
Yo era quien era, me encantaba arreglarme, estar impecable, y ya, no quería mejorar nada, quería resaltar mejor esas virtudes que tenía.
Y hoy, ni siquiera me molestaba por pasarme un cepillo.
¿Para qué? Si ya no había nada que resaltar, porque para mí, todo eso había desaparecido.
Tomé un cuaderno y comencé a hacer una lista de las cosas que no me gustaban de mí, que quería cambiar.
Cuando terminé de escribir, me sorprendí de la larguísima lista que estaba plasmada en ese cuaderno.
Entristecí más.
Desafortunadamente, vivimos en un mundo completamente fijado en las apariencias que truncan un desarrollo personal.
Un mundo que nos hace convertirnos en los críticos más estrictos para nosotros.
Un mundo que nos ha hecho creer que la felicidad es condicionada a una belleza física.
En mi caso elegí un deporte donde todos, se fijan en cada detalle de la persona que está en el medio. Donde si no eres delgadísima, o guapísima, no tienes la facilidad de lucirte como quien tiene aquello. Y además te lo recalcan.
¿Quien tuvo la culpa de que ese favor me afectara al grado de bajar mi autoestima?
Yo.
Regresé al espejo y miré mi cuerpo completo.
Había cosas que NO podía cambiar. Por más que quisiera.
La persona que estaba viendo al espejo era la persona con la que iba a vivir SIEMPRE.
Y definitivamente no quería vivir a disgusto con la persona que estaba al otro lado del espejo.
Pero ¿Qué podía hacer? Si no me gustaba lo que miraba.
Salí a la calle y comencé a ver detenidamente a las personas que caminaban.
NINGUNA se parecía, todos eran completamente diferentes, y en la mirada de la mayoría reflejaba satisfacción, o conformidad.
Ahí estaba la solución.
ACEPTACIÓN.
Dejé aquello a un lado, regresé a mi casa y volví a mirarme al espejo.
Esta vez quise mirarme más a fondo.
Definitivamente había cambiado físicamente.
Pero la esencia de lo que realmente era ALE seguía ahí.
Miré más de cerca.
Y entonces vi pasar los años que han transcurrido. Mis vivencias, mis errores, y TODO lo que he aprendido.
Me di cuenta que por el simple hecho de haber aprendido tanto, me había vuelto una persona más valiosa.
¿Lo mejor?
Conforme van a ir pasando los años yo seguiré aprendiendo, seguiré mejorando como persona, y cada día me volveré más valiosa.
Siempre y cuando siga YO queriendo mejorar.
Pero mejorar para MÍ, para la persona que tengo asegurado que siempre voy a tener.
Me di cuenta de que la persona que estaba en el espejo mirándome, disponía de todo el material necesario para ser feliz, cumplir sus sueños, y tiene toda la fuerza de voluntad necesaria para moldear su destino y cambiar a su favor.
Porque lo que le faltaba físicamente, no la limitaba a todo lo anterior, porque es algo personal, no físico.
Creo, que ya era tiempo de dejar de sabotear la perfección real que yo tengo (que tú también tienes), con falsas creencias sobre mi imagen.
Con tonterías que nos repetimos día con día "estoy gorda, estoy chaparra." etc., sin fundamentos, porque la belleza es TAN subjetiva que nunca va a tener fundamentos.
Creo que debemos de reconocer que somos seres ÚNICOS y verdaderamente especiales, evaluar quienes somos, y defender la posición que tenemos.
Sé que no va a ser tan fácil sentirme conforme con mi cuerpo y callar esa voz interna que me dice que estoy fuera de contexto físicamente en "la belleza".
Me sorprende lo crueles que podemos llegar a ser con nosotros, como nos convertimos en nuestros propios verdugos.
Después de esto que te platico, que seguía mirándome al espejo, volví a entristecer.
Entristecí por darme cuenta de que permití llenar mi mente de inseguridades y dolor en mi corazón.
De haber sido tan dura con mi cuerpo, de haberme culpado por cosas que realmente no tenía.
Que de lo único que de verdad era culpable era de haberme desaprobado tanto, y torturado mentalmente.
Este blog, lo escribí pensando en todas esas personas que como yo, no hemos podido manejar esta situación, para los que no hemos podido ver lo bonito que es reírse de uno mismo, y de los que no hemos disfrutado la aceptación incondicional.
Si de algo estoy segura es que las cosas se ven dependiendo del cristal con que lo veamos.
Nuestras características son únicas. Y gracias a eso tenemos eso maravilloso que llamamos "diversidad" te prometo si miras fijamente a todas las personas que te rodean, son bellísimas, por el simple hecho de que son diferentes.
Eres increíble, como sólo tú puedes serlo.
Mi lista cambió.
Cambio a lo que quiero PERFECCIONAR. Y eso se logra en un trabajo interior, conociéndome, subiendo mi autoestima con piropos que yo misma me voy a dar.
Llenar en mí ese amor y aceptación que me merezco. Que tú también te mereces, para poder ser feliz.
Hice otra lista de lo que tengo que agradecer, porque lo tengo. Tanto como físico como personal. Piénsalo bien y estoy segura de que encontraras varias cosas en ti que te gustan.
La perfección física no existe, estoy segura, porque la belleza es TAN subjetiva que nunca va a haber una definición de ello.
Ya no me quiero torturar, no quiero que los demás me den pie a torturarme.
Porque yo sé que al final del día, quien me quiera va a estar conmigo por razones más allá de lo físico. Y ni se va a poner a pensar que mi estatura es un defecto por ejemplo.
Quien me quiere, va a ver aquello físico como cualidad, y yo también lo tengo que ver así.
Lo único que necesitamos para estar bien con nosotros mismos es aprobarnos, modificar nuestras afirmaciones negativas, y mejor exaltar nuestras cualidades y capacidades.
Dejar a un lado esa mala costumbre de anhelar lo que no tenemos, de compararnos.
Y es que para ser sinceros, nadie está tan al pendiente de esos defectitos, como nosotros mismos.
Y al final, somos mucho más que eso, vamos más allá de una envoltura que termina desgastándose.
En mi caso, quiero cuidar mi alimentación, quiero trabajar con mi cuerpo, y quiero retomar el habito de arreglarme diario.
Y no, no me estoy contradiciendo.
Lo quiero hacer por MÍ, ya no por una aprobación de los demás, porque mi cuerpo merece ser cuidado y merece que resalte sus cualidades tan bonitas, porque yo, al igual que tú lo merecemos.
Y en cuanto a mi deporte, voy a lucir por todas las capacidades que tengo para hacerlo. Porque aunque no tendré todos los "requisitos" tengo mucho más cualidades que puedo explotar, yo sé que tú también.
Cuídate, pensando en que te vas a ver al espejo y te vas a enamorar de ti, no pensando en que alguien allá afuera te va a aprobar.
Acuérdate que la paciencia y disciplina son tus mejores amigas, siempre y cuando jamás te pongas en riesgo física y mentalmente.
No quieras cumplir con tu cuerpo caprichos pasajeros de alguien más.
Seamos amables con nuestro cuerpo, consentirlo, ejercitarlo, porque es el vehículo de nuestra vida, y por lo tanto se le debe de dar un servicio, sin descuidar el alma que llevamos como piloto que ansía por un desarrollo pleno.
Lo normal, lo natural, lo que debe de ser es el amor y la aceptación por uno mismo.
Sé quien eres, y siéntete contento se lo que eres, deja que todos disfrutemos de la esencia tan bonita que tienes. Que igual, sin conocerte, sé que la tienes.
Ya no te juzgues, quiérete y disfrútate.
Hoy pegué una pequeña notita a mi espejo que va a ser mi regla todas las mañanas antes de que empiece mi día, y esa nota dice:
"Hoy no voy a criticar mi físico."

2.7.12

Carta a un amor perdido.


Aquel amor perdido:
Me hubiera gustado decirte cómo me sentía.
Tal vez estarías aquí a mi lado.
Pero en vez de eso me he dedicado a pretender que me alegra que te hayas ido.
Recuerdo la última vez que viví este amor.
Te vi llorar en frente de mí mientras deseabas que la lluvia se confundiera con tus lágrimas.
Mientras compartíamos el sentimiento de no habernos amado jamás.
Llegué a mi casa y puse aquel ramo de rosas en un florero, un florero en la cocina que no volvió a cambiar de lugar.
Y yo todas las mañanas mientras tomaba mi café y contemplaba aquellas rosas veía en cada pétalo aquellas frases que dijimos y dejaron cicatrices permanentes.
Estas cuatro paredes encerrándome cada vez más.
Siento como no puedo caminar hacía un lugar fijo, todo el tiempo vagando, sin camino.
Y ya ni siquiera siento la luz del sol, sólo siento las gotas de lluvia caer encima de mí.
El dolor es real, aunque nadie lo sepa.
Y estoy llorando por dentro.
Los dos lloramos, fue más que un adiós.
Y cuando te miraba a los ojos ninguno de los dos ya estaba ahí.
Un pétalo más que cae.
Y es que no podíamos creer que había terminado, pero nos conocíamos tan bien que logramos golpearnos en el punto más débil porque así lo quisimos.
Perdimos el control y había días en los que nos queríamos de regreso.
Mientras los pétalos de rosas caían recalcando como este amor se iba marchitando.
Y es que aunque sea difícil de creer te di todo lo que tenía.
¿Por qué no dije las cosas que tenía que decir? ¿Por qué dejé que te marcharas?
Sólo confiésame que sigues siendo mío amor perdido.
Los dos mientras  seguimos dando vueltas en una cama que ya se empapó de lágrimas.
Te extraño, y nadie lo sabe, sólo yo.
Yo sigo buscando un agujero de luz en medio de la obscuridad. Pero no hay luz.
Y tú te has convertido en una sensación que tengo.
No podemos creer que se haya terminado.
Y todavía tenemos tanto que decirnos.
Las noches son solas, los días son tristes, y yo sigo pensando en lo que teníamos, y lloro por dentro y nadie lo sabe, sólo yo.
Era la forma en la que parecías mirar directamente a mis ojos.
Los pétalos siguen cayendo.
Y aquel día más obscuro, tú te negaste a correr conmigo.
Aquel amor por el que tanto habíamos luchado cada vez se marchitaba más.
Cargo con una sonrisa cuando estoy divida en dos.
Los dos ya no somos lo mismo cuando estamos sin el otro.
Y yo con esta sensación que me oprime el pecho cada que despierto.
Un día decido terminar con esto. Sin embargo no puedo tirar aquel ramo de flores.
Coloco el florero en un lugar dónde no pueda verlo más., el agua turbia que alimenta a mis rosas  me recuerda cómo nosotros intentábamos alimentar un amor ya desnutrido. Un amor descuidado, como aquel ramo de flores.
Grito en las noches deseando que me escuches.
Porque la última vez que nos vimos, sigue rondando nuestra mente.
Aquel ramo de flores que he permitido que se marchiten poco a poco.
Sí, mi corazón te llama, y nadie lo sabe sólo yo.
Y yo intento tragar mi orgullo, para poder coger el teléfono y marcarte.
Intentando decir que me arrepiento de aquella noche, de lo que dije, pero no puedo porque me interrumpe el recuerdo de lo que tú también dijiste.
Sin embargo, todos los días, vuelvo a aquel día de Enero en el que nos conocimos.
Ni un millón de palabras podría describir lo que siento.
¿En dónde quedó aquella libertad de la que tanto hablábamos, cuando siempre estuvimos encadenados a un sentimiento?
¿Por qué no nos dimos cuenta cuando nos pertenecíamos?
Y yo, vuelvo a Enero una y otra vez deseando no haberte respondido aquel primer saludo y haber terminado sin empezar aun esta historia que tanto nos ha lastimado.
Noches de insomnio, quedándome despierta, viendo en el techo la escena de nuestra despedida.
Fechas especiales para ambos que quisimos mejor no recordar.
Olvidamos los meses de bonitos recuerdos, de risas, de abrazos.
Se disipó el sabor adictivo que tenían tus labios.
Habernos dado cuenta de cuánto nos amábamos después de habernos despedido.
Recibir el invierno con miedo porque ya no había brazos que me cubrieran.
¿Te fallé? ¿Te decepcioné?
Los pétalos de rosas siguen cayendo.
¿Tendré que sentirme culpable?
Pero yo ya sabía aquel día de enero que te conocí que el final ya estaba escrito mucho antes de que empezara.
Quise cegarte y lo logré.
Me sentí con todo el derecho de tomar lo que ya era mío.
Me robé todos tus sentimientos antes de que anocheciera.
Y es que confieso que aunque haya terminado, esto no ha acabado aquí.
Yo sigo aquí, para ti, por si alguna vez te interesa  saberlo.
Tocaste lo más profundo de mi corazón y encontraste la receta exacta para llenarme el alma.
Entonces es cierto que el amor es ciego, porque cegamos nuestros corazones con este amor.
Compartimos desde sueños hasta la cama.
Dime  ¿Cómo me deshago de eso?
Nos volvimos adictos a conocernos, a aprender uno del otro.
Sin embargo, me sigo despidiendo de ti,  mientras los pétalos van cayendo.
Adiós amigo y amante.
Siempre has sido el único.
Y yo siendo únicamente una soñadora que desaparece cuando despierto.
No pudiste romper mi espíritu porque lo que te llevaste fueron mis sueños.
Y si sigues adelante, siempre ten mi recuerdo...
Recuérdanos como lo que solíamos ser.
Te vi sonreír, te vi llorar.
Podía observarte dormir por horas sin cansarme.
Dispuesta a durar un sinfín de eternidades tomada de tu mano.
Conocía tus miedos, y tú los míos.
Más pétalos caen.
Y aunque tenemos nuestras dudas, estamos bien.
Y si algo puedo jurar, es que te quiero de verdad.
Y que no he podido aprender a seguir sin ti.
Adiós querido amante.
Sigo entrelazando mi mano con la tuya, cuando duermo.
Y mientras entre sueños mi alma llora.
Aquí estoy, escribiéndote esta carta que no vas a leer.
Después tomaré el ramo de flores secas y los tiraré.
Los dos, como dos entes vacios vamos caminando.
Fuiste el único para mí.
Adiós amante mío.

9.6.12

Querida amiga.

Querida amiga.
Me encuentro fumando los últimos cigarros de mi cajetilla cargando todavía con los efectos de esas dos botellas de vino que nos bebimos juntas.
Mi cabeza da vueltas, y no, no es el vino. Es la plática que tuvimos hace unos instantes.
He pasado por tantas cosas amiga mía, tantas lagrimas. Tantas decepciones, que a modo de defensa comencé a ver al ser humano como una maquina, un objeto único de investigación.
Opté por ver a las personas, analizarlas y sacar de una manera científica el por qué de sus acciones, sus pensamientos. Y le encontré una explicación a cada movimiento que alguien en frente de mí, hacía.
Pero... ¿En dónde quedan los sentimientos? ¿En dónde queda el alma? ¿En dónde queda aquello que ningún psiquiatra, especialista, etc. Puede explicar? Eso que nos hace diferentes a todo lo demás.
A modo de defensa de que ya no quería que nadie más me sacara una sola lágrima o que me afectara, comencé a pensar que ninguna amistad iba a durar para siempre, que ningún amor más que el de tu familia iba a estar siempre, y que todos en algún momento, iban a quitarse esa máscara y se iban a terminar yendo. Así comencé a formarme, como si todos los demás fueran máquinas, y yo, únicamente, el ser humano con buenos sentimientos, sin embargo fría para que ninguna de las otras máquinas la lastime.
Aquí es cuando me encuentro ésta escena.
Tú, llorando, apenas pudiendo dar una bocanada del cigarro que me pediste. Preguntándote qué estás haciendo mal que hace que estés tan sola.
De pronto me escuché en ti, cada palabra que decías, era como si yo las estuviera diciendo.
Que no tenías una verdadera mejor amiga, que a la que llamabas como tal, no estaba en los momentos más difíciles, que la persona de la que estabas enamorada te había lastimado tanto que optaste por marcharte.
Vi, en ti, un ser completamente vulnerable, que pedía a gritos respuestas. Que pedía a gritos que alguien le demostrara que el amor tanto de familia, como de amistad, como de pareja existiera.
Nunca amiga, puedo decirte me sentí tan identificada.
Y el resultado fue que no pude decirte una sola palabra, y a cambio lágrimas bañaban mi rostro al estarme escuchando en ti.
Sin embargo me siento con la responsabilidad de contestarte.
Amiga mía, querida amiga.
Quiero decirte que siempre vamos a estar expuestos al sufrimiento. A la decepción. Que desafortunadamente estamos más cerca de lo negativo a lo positivo. Sin embargo tú me haz abierto los ojos para darme cuenta de que no todos los seres humanos son primitivos, que todavía hay personas con corazones valiosos que merecen ser cuidados, ser queridos, y que gracias a esas personas el verdadero valor de una persona puede ser salvado. Personas como tú.
La sociedad siempre va a ser muy exigente, envidiosa, y maliciosa, y siempre vamos a estar rodeadas de esa negatividad.
Pero con quien realmente tenemos que estar bien es con aquello que nos haga felices. Todo aquello que realmente haga que nuestra alma salga de nosotros, que todo aquello que nos convierta en personas transparentes , va a valer la pena. Debemos de hacer todo lo que nos dé paz. Y tenemos que estar con quien nos dé paz.
Si de algo estoy segura es que son contadas las personas que realmente tienen que estar dentro de nosotras.
Querida amiga, quiero decirte que dejes a un lado tus inseguridades. Que tú no estás mal por sentir, por querer y por entregar. Eso nunca va a estar mal. Simplemente va a haber quienes (la mayoría) no van a ver esa transparencia en ti.
Pero que tienes que disfrutar absolutamente todo lo que te rodea. Hasta el sufrimiento.
Y que quien realmente tiene que estar orgullosa de ti eres TÚ. Nadie más. La única regla para vivir es: ser feliz, sin perjudicar a terceros.
Y si con todo lo que haces, te sientes feliz, llena, plena. Aunque los demás estén en desacuerdo, es lo que tú debes de ser. Para que, el día de mañana tengas que rendirle cuentas a quien tienes qué, a quien tienes que darles ese ejemplo, les digas "Hice absolutamente todo lo necesario para ser feliz, y soy feliz, y estoy plena." Ese es el mejor ejemplo que puedes dar. La felicidad. La plenitud. A la manera que cada uno quiere.
Regresando a las malas personas.
Ellas están en este mundo para hacernos fuertes. Para darnos carácter. Es su única función aquí. Deja de culparte si en algún momento te abandonan. No es tu culpa, ellos sólo vienen a cumplir su función para después marcharse.
Amiga mía, quiero decirte que me haz abierto los ojos para darme cuenta de que aún puedo creer en el amor eterno, y en amistades que duran para siempre. Y ahora, más que nunca quiero luchar, cuidar, y querer a esas personas, personas como tú.
Amiga, no eres la única que han lastimado o decepcionado. No eres la única que ha sentido esa soledad absorbente. Y por eso, ahora, debes de estar consciente de que cuando lo sientas, debes de decir "te quiero", "te regalo", "te entrego" sin miedo alguno. Sólo hazlo. Y agradece a quien lo acepte, y a quien no, deja que se vaya con su vida infeliz.
Rescata aquello que se ha perdido. Los sentimientos verdaderos, y lucha por lo que a a TI te hace feliz.
Si los demás creen que eres menos, ríete. ¡Tontos ellos que no pueden ver las cualidades infinitas que tienes! ¡Tontos ellos que no valoran un corazón de verdad! ¡Tontos ellos que jo quieren cuidar un alma que es tan valiosa que no tiene precio alguno!
Espero que entiendas, valiosa amiga, a quien voy a agradecer día con día haberla topado en mi camino.
Que lo que vales TÚ lo dices. Que TÚ decides qué tanto te va a lastimar lo que alguien haga o diga. Y que debes de quererte más que a nada en este mundo, como para permitir que terceros desfalquen la persona que eres.
No te limites a nada. Que el miedo se quede guardado en un lugar donde jamás pueda salir, y jamás te impida sentir de verdad. Querer de verdad.
Te agradezco al abrirme los ojos, para que yo haga lo mismo.
¿Ya ves cómo puedes hacer algo tan grande por alguien sin darte cuenta, con sólo sentir?
Cuida, procura, y siente todo aquello que te haga feliz. Y en el momento en que ese algo o alguien comience a lastimarte más de lo bueno que puede dejarte, elimínalo. Para que eso en algún futuro no te deje alguna inseguridad.
Y a si crees que eres bonita sólo físicamente. Quiero decirte que eres preciosa amiga, por lo que llevas dentro.
Porque aunque haz cometido infinidad de errores (como todos nosotros), todas las cualidades de tus bonitos sentimientos y de muchos dones con los que ya naciste forman esa belleza que pocos tienen.
Ahora, sólo falta que tú así lo creas.
Y que te creas capaz de superar y hacer todo lo que se te presente y plazca.
Cuídate mucho, consiéntete mucho.
Y nunca, dejes de sentir, nunca pierdas tu esencia.
Te quiero mucho.

5.5.12

Una reflexión más.


Este blog sin duda alguna, no va a tener ni pies ni cabeza, ni siquiera sé qué título le pondré, sólo quiero escribir.
Aquí estoy un sábado encerrada en mi cuarto, en pijama, tomando café, terminando de ver una película romántica.
Amiga, perdón si no escribo exactamente de lo que querías que escribiera pero espero que te ayude.
No cabe duda que el tema de los sentimientos NUNCA va a pasar de moda.
Y nosotros siempre vamos a querer hablar de aquello.
De aquel tema TAN sonado a cualquier edad, y del que hablo prácticamente en todo mi blog.
El amor. El tan sonado amor.
Te prometo que nunca va a dejar de sorprenderme esa ansiedad que tenemos todos por encontrar el amor.
O mejor todavía, que el amor siendo algo tan sencillo, sea lo que más nos cueste trabajo manejar.
Y si dices que no eres de esos, estoy segura de que te equivocas.
Porque no puedes dejar de sentir, porque sentir está en nuestra naturaleza.
Te confieso, yo he sido de esas personas que presumen de no sentir, de estar completamente alejadas del amor. Y para ser sincera, desde la última vez que lo que sigue después del amor me deshizo, he querido evitarlo.
Ocultar que puedes sentir, porque no quieres que duela.
¿Por qué? Porque cuando sientes, crees que va a ser para siempre. Y no.
Nada es para siempre. Nada puede durar tanto. Porque todo tiene su tiempo y ese tiempo tiene su función, un límite. Y cuando se termina, debe de haber una consecuencia y esa consecuencia es que te va a doler.
Sin embargo sabiendo esto, todos seguimos buscando a ESA persona con la cual podamos decir “es para siempre.”
Creo que todo esto que escribo deriva que prometí y me prometieron un “siempre.” y ese siempre terminó.  Y dolió como no te imaginas. (O seguramente sí te imaginas.) O tampoco he visto un “siempre” verdadero más que en las películas.
Hay veces en las que realmente no puedo entender.
Y no puedo creer.
Por el concepto que yo tengo del amor.
Creo que el amor es algo que va mucho más allá de todo.
Y está conformado de muchísimas cosas, de compromisos, de un cuidado especial, y que de verdad debemos de estar agradecidos cuando alguien más lo siente por nosotros.
No todos tienen la fortuna de tener a alguien que sienta amor por ellos.
Entonces, es cuando yo no me explico.
Por qué.
¿Por qué es tan fácil para ti ver a alguien llorar por ti y seguirte de largo?
¿Por qué es tan fácil lastimar a alguien que lo único que hace es quererte?
¿Por qué es tan fácil olvidar promesas?
¿Por qué nadie pide una disculpa sincera?
¿Por qué entre más hacen por ti, menos valorizas?
¿Cómo puedes decepcionar a alguien con esa facilidad con la que muerdes una barra de chocolate?
¿Cómo puedes tratar al cuerpo de alguien que es el vehículo del alma, cómo un objeto? ES UNA PERSONA.
Y por último.
Siendo el alma lo más bonito que podemos tener, lo que nos hace diferente a las cosas, ¿Cómo puedes herir un alma con tanta tranquilidad y seguir como si nada pasara?
Ese es el mundo en el que estamos, un mundo frio, lleno de mentiras, un mundo egoísta.
Entonces ya no encuentro el amor de por medio, ni en amistad, ni en familia, ni en pareja.
¿Por qué decides seguir a lado de una persona que te lastima?
Ya sabes ese dicho tan sonado “Entre más mal los trates, más clavados los vas a tener.”
O bien “A las mujeres siempre se van a enamorar de los patanes.”
¿Realmente tiene que ser así?
Se trata de AMOR.
Debería de ser todo lo contrario.
Te está amando una persona. Debe de haber un respeto por ese sentimiento, no todo lo contrario.
Debes de tratar a eso cómo lo que es, como algo sumamente valioso, no pisarlo.
Y si no sientes lo mismo por la otra persona, cómo se trata de algo invaluable, por respeto, le dices la verdad y dejas que la otra persona pueda darle ese amor a alguien que también pueda sentirlo.
Si no he querido sentir, es porque últimamente he visto que para tener a alguien locamente enamorado de ti debes de tratarlo mal, y no, no quiero creer eso.
No quiero tratar mal a alguien que me quiere. Porque yo no quiero que me traten mal cuando me quieran.
Y no quiero tratar mal a alguien para que esté enamorado de mí.
Quiero que esa persona me ame, por mis virtudes y defectos, porque nos admiramos mutuamente.
Porque vamos a compartir ambas felicidades.
Encontrar a una persona que te haga sentir seguro/a de que te puedes entregar en una totalidad y esa persona va a recibirte con cuidado y te va a tratar así.
Estaba viendo una película que trata de una pareja disfuncional, dónde la mujer trata muy mal a su marido y no muestra ni amor ni interés por él.
Y él hace todo lo posible por rescatar ese amor.
Sin embargo estoy segura de que algo desgastado jamás va a parecerse a lo que era cuando está nuevo.
Me surgió una duda ¿Cuántos rechazos está el ser humano dispuesto a soportar por amor a la otra persona?
Me di cuenta de que un sinfín.
Y no, insisto, el amor no debe de ser así.
No debes de tolerar ni un rechazo, porque cuando hay amor, no debe de existir rechazo de ningún lado, todo lo contrario, el querer estar juntos.
Y no debes de querer forzar algo, porque aquello sólo lo mata.
Es increíble cómo es tan fácil para algunos faltarle el respeto a los sentimientos.
El otro día pensaba en lo posesivo que es el ser humano.
“MI mejor amiga.” “MI novio.” “MI casa.”
Mío, mío, mío.
Todo eso que quieres debe de ser TUYO y ya.
Igual pasa con el amor: MÍ amor.
Y cuando éste se va, sufrimos, lloramos, hacemos drama porque ya no es tuyo.
Es absurdo, porque el amor no debería de ser posesión.
Me he visto rodeada de personas que no valoran el amor, me he enamorado de alguna de ellas.
Cada decepción ha sido una grieta dentro de mí, heridas tan expuestas, que con sólo un roce, arden cómo no tienes una idea.
Y entre más me decepciono, más me “programo” para no sentir. Procuro no encariñarme.
Entonces me encuentro acostada en mi cama abrazando mi almohada llorando.
Mi mejor amigo me decía que yo tenía el título completo de “ironía” porque era la persona que más presumía de no querer sentir y era la que más lloraba, y que para llorar debes de sentir.
Nunca lo entendí hasta hoy.
Hoy que me encontraba desesperada porque estaba llorando y no encontraba un por qué.
Escuché las palabras de mi mejor amigo.
Entonces caí en la cuenta de que las lágrimas son ésa válvula de escape, cuando en tu interior ya no cabe todo lo que sientes.
Que las personas que lloramos mucho somos aquellas que sentimos tanto que las palabras no nos son suficientes.
Sollozaba diciendo una y otra vez “Ya no quiero llorar.”
Corrí a mi baño por Kleenex y me miré al espejo.
Miré fijamente mis ojos.
Me di cuenta de que mis ojos especialmente hoy se veían preciosos, claros, profundos, grandes, con pestañas larguísimas. ¿Por qué?
Porque mis ojos, entre lágrimas, me estaban diciendo que siento muchísimo, y que hoy en día esto es un tesoro que ya pocos tienen, y que son buenos sentimientos porque adornan las únicas ventanas que tenemos al interior de uno. Por eso mis ojos se veían tan bonitos, porque estaban más expuestos que nunca, y afortunadamente para mí el verlos así de expuestos hizo que cayera en la cuenta de que mis lágrimas no son de tristeza, de lo contrario mis ojos no se verían así.
Entonces, a pesar de todo lo que escribí anteriormente, no quiero dejar de sentir.
Y que quiero sentir como siento, creyendo y pensando como lo hago ahora.
Porque creo que es lo correcto, porque creo que ese es el verdadero valor que debemos de tenerle a los sentimientos.
Un valor altísimo.
Llegar a un punto en el que puedas sentir Y YA.
Que no te dé miedo de perder a la persona, porque no tienes que perderla, porque no es tuya, porque si siente como tú, va a estar a tu lado.
Y si no, ¿para qué quieres que esté contigo?
Que estés con una persona porque te trata bien, porque sabe todo lo que vales, porque le da el valor necesario a tu persona, esa es la persona con la que debes de estar.
No con quien te trate mal.
Debemos de dejar de enamorarnos de las personas que nos lastiman porque por eso todo termina muy distorsionado.
Debemos de apreciar y valorar cuando una persona nos quiere. Y el apreciar y valorar no significa corresponderle, significa darle el valor necesario y respeto, y por lo mismo si no puedes corresponderle en vez de tratarlo mal, darle las gracias con una sonrisa y por su bien decirle la verdad cuidadosamente porque los sentimientos son frágiles.
En el amor, estoy segura de que la frase “el que persevera alcanza” no aplica en el amor, cuando desde un principio la persona te rechaza, porque es sólo forzar algo que no va a funcionar.
Los sentimientos son quienes dicen quien eres realmente.
Entonces jamás debemos de mentir en cuanto a lo que sentimos, los sentimientos siempre deben de manejarse con la verdad.
Si lo sientes dilo, si no lo sientes, no mientas y mejor di que no lo sientes.
Si tienes alguna duda, pregunta para que te respondan y más cuando se trata de un sentimiento.
Creo que aún podemos cambiar el concepto de amor y de cómo llevar los sentimientos.
No me importa ser una en un millón que piensa y siente así en cuento al amor, y a decir verdad creo que en algún momento me va a dejar de importar el número de personas que me lastimen.
Porque en algún momento entenderé que fui muy valiente al ser transparente.
Por lo tanto, estoy segura de que la persona que va a estar a mi lado, va a darle ese valor al amor que yo le doy y no se va a andar con tonterías de que “A los hombres les gusta que los traten mal” o “A las mujeres les gustan los patanes.”  Va a respetar y cuidar el sentimiento.
Y de verdad, si alguien confía en ti, y te quiere bien, cuídalo mucho y respétalo mucho, no hagas promesas que no vas a cumplirle, no traiciones su confianza, no desvalorices lo mucho que te quiere, no lo/a lastimes, y si lo haces, pídele una disculpa porque estás seguro/a de que no te diste cuenta. Agradece.
Y si sientes algo por alguien, disfrútalo mucho, y no pienses en nada más, sólo en disfrutarlo.
Si algo me parece absurdo y ridículo son aquellos que presumen de ser patanes (o cabronas) y se sienten orgullosos de aquello. A veces me gustaría decirles “si quieres mejor cuélgate un letrero que diga ‘no tengo ni idea de lo que vale una persona, por lo tanto, no sé lo que valgo’” y no saber lo que vales es peor que cualquier otra cosa.
Ese tipo de personas no van a cambiar por más que tú te esfuerces en hacer que cambien, entonces es mejor hacerse a un lado. No puedes valuar a una persona que no tiene ni idea de cuánto puede ofrecer.
Y también, quien presume y alardea de ser todo lo contrario, desafortunadamente es igual que las personas anteriormente mencionadas.
Porque cuando realmente sientes y eres, no necesitas decirlo porque sabes que se refleja.
Es como aquellas personas que intentan hacer lo más público posible su amor.
Ese es el amor más falso. Porque quien realmente lo siente, sabe que no necesita que todo el mundo lo sepa, basta con que la persona que ama esté segura de aquello.
A fin de cuentas terminas siendo sólo la ventana de lo que hay en tu interior y por más que intentes demostrar lo contrario, lo que realmente piensas y sientes va a ser lo que salga a la luz.
Eso es todo lo que tengo que decir hoy.

27.4.12

La subjetividad del amor


Hace unos años creí que había encontrado a aquello que todo ser humano busca “El amor.” Creí que había amado con toda mi alma y que no iba a volver a amar. Mi pareja creía lo mismo. Sin embargo varios años después cada quien por separado descubrió que no habíamos tenido ni idea de lo que era realmente.
Años después descubrimos que era amar realmente, y descubrimos que iba mucho más allá.
Tiene meses que cada uno en caminos completamente distintos nos dimos cuenta de que el amor era algo completamente diferente a lo que nosotros creíamos.
Tiene mucho tiempo que no nos dirigimos la palabra y sin embargo los dos sabemos con exactitud que cada quien logró descifrar aquello que era el amor de maneras completamente distintas.
Y es que en el amor y el amar a alguien más todo es muy subjetivo.
¿Qué es realmente el amor?
Es un tema muy extenso y creo que esta vez lo resumiré al amor interpersonal.
Según tu primo Platón, el verdadero amor es el amor a la sabiduría, al conocimiento, por lo tanto el amor platónico no es el amor ideal de una persona sino el amor a conocerla y por saber de ella. Mientras que la belleza del cuerpo no se halla en el cuerpo mismo si no que es la imagen y el reflejo de la belleza espiritual, por lo que el alma humana debería de aspirar a conocer y amar a esa belleza esencial.
Fedro, por otro lado, en los diálogos de Platón, piensa que el amor hace que los hombres sientan vergüenza, y ambición, y además, que la influencia de éste en los hombres es mayor a cualquier otro sentimiento, ya que su poder impulsa a grandes acciones, como aquel que muere por la persona que ama.
Agatón nos dice que el amor es poesía.
Y finalmente tu otro primo, Sócrates nos dice que el amor siempre anhela lo bello, y lo bueno, es un intermedio entre lo físico y lo sentimental.
Yo llegué a la conclusión de que el amor es una combinación de todas éstas “definiciones” por así decirlo.
Una vez leí que sólo existían dos sentimientos: El miedo y el Amor. Y que estos tenían muchas ramas.
Ahora que respiré profundo y después de muchos años pude formular la frase “Te amo.” Me doy cuenta de que el amor es libertad, el amor regala felicidad, y por consiguiente éxito.
Hay TANTAS formas de amar, tantas personas a quien podemos amar.
Y el amor más bonito va a ser ese que existe en tu interior, ese que no necesitas gritarlo, es aquel que sabes que es tan grande que con una mirada, o una sonrisa, basta para que quien te esté mirando se dé cuenta.
Aquel amor que no es únicamente para una persona, es el amor que compartes contigo también.
Regresando a lo que nos dice Platón, creo que has encontrado a la persona indicada y la amas en serio cuando todos los días despiertas queriendo conocer algo más de esa persona, cuando sabes perfectamente que siempre vas a encontrar algo de él/ella que te sorprenda.
Alguien que sea un espejo de todo el amor que sientes por esa persona.
Conocerte a través de esa persona también.
El amor no se busca porque el amor YA está, el amor se va descubriendo poco a poco.
Te puedo decir que yo comencé a descubrir el amor cuando esa persona se marchó.
Lo curioso de todo esto es que yo siego viendo a la persona todos los días y seguimos hablando.
A veces no sé que sentir cuando lo veo.
Por un lado siento una paz enorme porque lo veo feliz, y me contagia y sonrío también, pero por otro lado me convierto en melancólica porque ya no estamos juntos y entristezco.
En los últimos meses he escuchado hasta el cansancio “Estabas perdiendo tu tiempo” “Perdiste tu tiempo.” Y sin embargo yo no lo creo así, creo que el tiempo que estuvimos juntos me dejó mucho, me abrió los ojos a lo que es realmente el amor.
Porque por primera vez pude verme en los ojos de alguien y darme cuenta de que no era sólo un reflejo si no que realmente estaba dentro de esa persona, y no sabes lo bonito que se siente el darte cuenta de aquello.
Hoy, sigo mirando sus ojos y sigo sintiendo lo mismo y eso me da paz.
Y es que cuando se trata del amor, no necesitan estar juntos para sentirlo.
Y no quiere decir que porque lo sientan van a estar juntos.
El amor no es estar unido o atado a una persona, es todo lo contrario, es libertad.
Cuando forzamos algo que nos está haciendo más daño que bien, deja de ser amor.
Recuerdo cuando estaba con esta persona y la veía llorar y decían que era por mi culpa, inconscientemente decidí terminar las cosas porque no podía tolerarlo, después me di cuenta de que entonces si estaba sintiendo amor por él, porque de lo contrario la felicidad que no existía no me hubiera importado en lo absoluto.
El amor es real. ¿Qué es lo real? Pues lo real es lo que existe y seguirá existiendo, de lo contrario, deja de existir y se olvida.
El amor es seguridad. El miedo inseguridad.
“¡Que miedo que fracase con él si lo amo!” “¡Qué horror si pierdo a la persona que más amo!” Y terminas perdiéndola porque te da miedo perder.
Afortunadamente yo entendí eso la primera vez que “amé” y la segunda aquello ya no era una preocupación.
He llorado mucho, he llorado mucho por una persona que amé mucho, pero también he sonreído a la par de aquello. Por una persona que sigo queriendo con cada poro de mi piel.
Sin duda alguna no hay amor más bonito que el que dejas de ir cuando se tiene que ir.
El amor duele cuando quieres retener algo que se tiene que ir.
El amor duele, cuando aun conoces muy poco de él.
Definitivamente el dolor es aquel aviso de que estás apunto de conocer lo que es realmente el amor.
El amor es para siempre y cuando comienzas a dudar de que puede desaparecer es cuando tú mismo vas aniquilando aquello poco a poco.
Y sin dudas el amor es algo diferente siempre, bien dicen que no “puedes meterte al mismo rio dos veces porque éste está en constante movimiento.” Así pasa exactamente con el amor.
Cuando sientes necesidad por una persona es cuando sientes insatisfacción contigo. Y eso no es amor.
Siempre he dicho que el amor es algo mutuo, algo reciproco y sirve como un “rebote.” Si no es mutuo, si sólo tú amas, NO ES AMOR.
Ahora que estoy amando, me doy cuenta de que quiero que aquella persona sea feliz, de la manera que sea, pero que sea feliz, porque yo también me siento feliz. Y eso es lo importante.
El amor siempre se va a transformar en aquello que te haga sentir bien, si en algún momento piensas que estás sufriendo por amor, entonces date cuenta de que no estás sintiendo amor, si no algo distinto.
Hemos cometido el error de relacionar amor únicamente con una relación de pareja.
Cuando en realidad el amor lo vemos hacía donde podamos dirigir la mirada.
Yo no sé quien comenzó a decir que el amor era necesidad por una persona.
Te prometo que yo estoy disfrutando mucho del amor, y no tengo pareja, y estoy disfrutando mucho de amar a esa persona que no está conmigo.
Porque me estoy dando cuenta de que somos afortunados los que reconocemos al amor.
Y que sí el día de mañana llega alguien más y me enamoro y después vuelvo a amar, va a ser una derivación de lo que en algún momento sentí en el pasado.
Pero nunca sufrir por amor.
El amor siempre está, sólo que unas veces se puede ver y otras no.
El amor siempre está presente y cuándo alguien deja de sentirlo, deja de existir. Mientras sigas existiendo vas a seguir teniendo amor en ti, de eso no hay duda.