5.7.12

¿Quien está del otro lado del espejo?

Hoy fue un día de esos en los que te topas con fotos de AÑOS.
Platicaba con un amigo cuando de pronto, por curiosidad comencé a ver viejas carpetas en mi computadora, me encontré con una carpeta repleta de fotos de mi secundaria.
Fotos que ni siquiera recordaba.
Fotos en las que yo presumía 15 años con un vestido que simulaba al de una princesa.
Me emocioné con todos los recuerdos que vinieron a mi cabeza en esa etapa de mi vida.
Y le compartí esa emoción a mi amigo junto con la foto.
"No inventes Ale, estabas súper flaca." fue lo primero que me dijo.
Entonces sentí claramente como mi sonrisa se desvaneció a convertirse en un rostro de decepción.
Me coloqué en frente de un espejo, me quité la playera y me observé con tristeza.
¿Por qué había subido tanto de peso? ¿En dónde había quedado esa niña tan bonita de la secundaría?
Y es que me sorprende el hecho de que hasta en las fotos mi mirada se nota distinta.
En mis fotos del pasado, se me notaba una mirada segura, casi hasta soberbia, sabía quien era, y me encantaba.
Era increíble lo que en unos años podía cambiar.
Para ser sincera, nunca me había fijado tanto en mis defectos físicos como hasta ahora.
Creo que ni siquiera en la secundaría me había fijado tanto en mi físico como en esta etapa.
Yo era quien era, me encantaba arreglarme, estar impecable, y ya, no quería mejorar nada, quería resaltar mejor esas virtudes que tenía.
Y hoy, ni siquiera me molestaba por pasarme un cepillo.
¿Para qué? Si ya no había nada que resaltar, porque para mí, todo eso había desaparecido.
Tomé un cuaderno y comencé a hacer una lista de las cosas que no me gustaban de mí, que quería cambiar.
Cuando terminé de escribir, me sorprendí de la larguísima lista que estaba plasmada en ese cuaderno.
Entristecí más.
Desafortunadamente, vivimos en un mundo completamente fijado en las apariencias que truncan un desarrollo personal.
Un mundo que nos hace convertirnos en los críticos más estrictos para nosotros.
Un mundo que nos ha hecho creer que la felicidad es condicionada a una belleza física.
En mi caso elegí un deporte donde todos, se fijan en cada detalle de la persona que está en el medio. Donde si no eres delgadísima, o guapísima, no tienes la facilidad de lucirte como quien tiene aquello. Y además te lo recalcan.
¿Quien tuvo la culpa de que ese favor me afectara al grado de bajar mi autoestima?
Yo.
Regresé al espejo y miré mi cuerpo completo.
Había cosas que NO podía cambiar. Por más que quisiera.
La persona que estaba viendo al espejo era la persona con la que iba a vivir SIEMPRE.
Y definitivamente no quería vivir a disgusto con la persona que estaba al otro lado del espejo.
Pero ¿Qué podía hacer? Si no me gustaba lo que miraba.
Salí a la calle y comencé a ver detenidamente a las personas que caminaban.
NINGUNA se parecía, todos eran completamente diferentes, y en la mirada de la mayoría reflejaba satisfacción, o conformidad.
Ahí estaba la solución.
ACEPTACIÓN.
Dejé aquello a un lado, regresé a mi casa y volví a mirarme al espejo.
Esta vez quise mirarme más a fondo.
Definitivamente había cambiado físicamente.
Pero la esencia de lo que realmente era ALE seguía ahí.
Miré más de cerca.
Y entonces vi pasar los años que han transcurrido. Mis vivencias, mis errores, y TODO lo que he aprendido.
Me di cuenta que por el simple hecho de haber aprendido tanto, me había vuelto una persona más valiosa.
¿Lo mejor?
Conforme van a ir pasando los años yo seguiré aprendiendo, seguiré mejorando como persona, y cada día me volveré más valiosa.
Siempre y cuando siga YO queriendo mejorar.
Pero mejorar para MÍ, para la persona que tengo asegurado que siempre voy a tener.
Me di cuenta de que la persona que estaba en el espejo mirándome, disponía de todo el material necesario para ser feliz, cumplir sus sueños, y tiene toda la fuerza de voluntad necesaria para moldear su destino y cambiar a su favor.
Porque lo que le faltaba físicamente, no la limitaba a todo lo anterior, porque es algo personal, no físico.
Creo, que ya era tiempo de dejar de sabotear la perfección real que yo tengo (que tú también tienes), con falsas creencias sobre mi imagen.
Con tonterías que nos repetimos día con día "estoy gorda, estoy chaparra." etc., sin fundamentos, porque la belleza es TAN subjetiva que nunca va a tener fundamentos.
Creo que debemos de reconocer que somos seres ÚNICOS y verdaderamente especiales, evaluar quienes somos, y defender la posición que tenemos.
Sé que no va a ser tan fácil sentirme conforme con mi cuerpo y callar esa voz interna que me dice que estoy fuera de contexto físicamente en "la belleza".
Me sorprende lo crueles que podemos llegar a ser con nosotros, como nos convertimos en nuestros propios verdugos.
Después de esto que te platico, que seguía mirándome al espejo, volví a entristecer.
Entristecí por darme cuenta de que permití llenar mi mente de inseguridades y dolor en mi corazón.
De haber sido tan dura con mi cuerpo, de haberme culpado por cosas que realmente no tenía.
Que de lo único que de verdad era culpable era de haberme desaprobado tanto, y torturado mentalmente.
Este blog, lo escribí pensando en todas esas personas que como yo, no hemos podido manejar esta situación, para los que no hemos podido ver lo bonito que es reírse de uno mismo, y de los que no hemos disfrutado la aceptación incondicional.
Si de algo estoy segura es que las cosas se ven dependiendo del cristal con que lo veamos.
Nuestras características son únicas. Y gracias a eso tenemos eso maravilloso que llamamos "diversidad" te prometo si miras fijamente a todas las personas que te rodean, son bellísimas, por el simple hecho de que son diferentes.
Eres increíble, como sólo tú puedes serlo.
Mi lista cambió.
Cambio a lo que quiero PERFECCIONAR. Y eso se logra en un trabajo interior, conociéndome, subiendo mi autoestima con piropos que yo misma me voy a dar.
Llenar en mí ese amor y aceptación que me merezco. Que tú también te mereces, para poder ser feliz.
Hice otra lista de lo que tengo que agradecer, porque lo tengo. Tanto como físico como personal. Piénsalo bien y estoy segura de que encontraras varias cosas en ti que te gustan.
La perfección física no existe, estoy segura, porque la belleza es TAN subjetiva que nunca va a haber una definición de ello.
Ya no me quiero torturar, no quiero que los demás me den pie a torturarme.
Porque yo sé que al final del día, quien me quiera va a estar conmigo por razones más allá de lo físico. Y ni se va a poner a pensar que mi estatura es un defecto por ejemplo.
Quien me quiere, va a ver aquello físico como cualidad, y yo también lo tengo que ver así.
Lo único que necesitamos para estar bien con nosotros mismos es aprobarnos, modificar nuestras afirmaciones negativas, y mejor exaltar nuestras cualidades y capacidades.
Dejar a un lado esa mala costumbre de anhelar lo que no tenemos, de compararnos.
Y es que para ser sinceros, nadie está tan al pendiente de esos defectitos, como nosotros mismos.
Y al final, somos mucho más que eso, vamos más allá de una envoltura que termina desgastándose.
En mi caso, quiero cuidar mi alimentación, quiero trabajar con mi cuerpo, y quiero retomar el habito de arreglarme diario.
Y no, no me estoy contradiciendo.
Lo quiero hacer por MÍ, ya no por una aprobación de los demás, porque mi cuerpo merece ser cuidado y merece que resalte sus cualidades tan bonitas, porque yo, al igual que tú lo merecemos.
Y en cuanto a mi deporte, voy a lucir por todas las capacidades que tengo para hacerlo. Porque aunque no tendré todos los "requisitos" tengo mucho más cualidades que puedo explotar, yo sé que tú también.
Cuídate, pensando en que te vas a ver al espejo y te vas a enamorar de ti, no pensando en que alguien allá afuera te va a aprobar.
Acuérdate que la paciencia y disciplina son tus mejores amigas, siempre y cuando jamás te pongas en riesgo física y mentalmente.
No quieras cumplir con tu cuerpo caprichos pasajeros de alguien más.
Seamos amables con nuestro cuerpo, consentirlo, ejercitarlo, porque es el vehículo de nuestra vida, y por lo tanto se le debe de dar un servicio, sin descuidar el alma que llevamos como piloto que ansía por un desarrollo pleno.
Lo normal, lo natural, lo que debe de ser es el amor y la aceptación por uno mismo.
Sé quien eres, y siéntete contento se lo que eres, deja que todos disfrutemos de la esencia tan bonita que tienes. Que igual, sin conocerte, sé que la tienes.
Ya no te juzgues, quiérete y disfrútate.
Hoy pegué una pequeña notita a mi espejo que va a ser mi regla todas las mañanas antes de que empiece mi día, y esa nota dice:
"Hoy no voy a criticar mi físico."

2.7.12

Carta a un amor perdido.


Aquel amor perdido:
Me hubiera gustado decirte cómo me sentía.
Tal vez estarías aquí a mi lado.
Pero en vez de eso me he dedicado a pretender que me alegra que te hayas ido.
Recuerdo la última vez que viví este amor.
Te vi llorar en frente de mí mientras deseabas que la lluvia se confundiera con tus lágrimas.
Mientras compartíamos el sentimiento de no habernos amado jamás.
Llegué a mi casa y puse aquel ramo de rosas en un florero, un florero en la cocina que no volvió a cambiar de lugar.
Y yo todas las mañanas mientras tomaba mi café y contemplaba aquellas rosas veía en cada pétalo aquellas frases que dijimos y dejaron cicatrices permanentes.
Estas cuatro paredes encerrándome cada vez más.
Siento como no puedo caminar hacía un lugar fijo, todo el tiempo vagando, sin camino.
Y ya ni siquiera siento la luz del sol, sólo siento las gotas de lluvia caer encima de mí.
El dolor es real, aunque nadie lo sepa.
Y estoy llorando por dentro.
Los dos lloramos, fue más que un adiós.
Y cuando te miraba a los ojos ninguno de los dos ya estaba ahí.
Un pétalo más que cae.
Y es que no podíamos creer que había terminado, pero nos conocíamos tan bien que logramos golpearnos en el punto más débil porque así lo quisimos.
Perdimos el control y había días en los que nos queríamos de regreso.
Mientras los pétalos de rosas caían recalcando como este amor se iba marchitando.
Y es que aunque sea difícil de creer te di todo lo que tenía.
¿Por qué no dije las cosas que tenía que decir? ¿Por qué dejé que te marcharas?
Sólo confiésame que sigues siendo mío amor perdido.
Los dos mientras  seguimos dando vueltas en una cama que ya se empapó de lágrimas.
Te extraño, y nadie lo sabe, sólo yo.
Yo sigo buscando un agujero de luz en medio de la obscuridad. Pero no hay luz.
Y tú te has convertido en una sensación que tengo.
No podemos creer que se haya terminado.
Y todavía tenemos tanto que decirnos.
Las noches son solas, los días son tristes, y yo sigo pensando en lo que teníamos, y lloro por dentro y nadie lo sabe, sólo yo.
Era la forma en la que parecías mirar directamente a mis ojos.
Los pétalos siguen cayendo.
Y aquel día más obscuro, tú te negaste a correr conmigo.
Aquel amor por el que tanto habíamos luchado cada vez se marchitaba más.
Cargo con una sonrisa cuando estoy divida en dos.
Los dos ya no somos lo mismo cuando estamos sin el otro.
Y yo con esta sensación que me oprime el pecho cada que despierto.
Un día decido terminar con esto. Sin embargo no puedo tirar aquel ramo de flores.
Coloco el florero en un lugar dónde no pueda verlo más., el agua turbia que alimenta a mis rosas  me recuerda cómo nosotros intentábamos alimentar un amor ya desnutrido. Un amor descuidado, como aquel ramo de flores.
Grito en las noches deseando que me escuches.
Porque la última vez que nos vimos, sigue rondando nuestra mente.
Aquel ramo de flores que he permitido que se marchiten poco a poco.
Sí, mi corazón te llama, y nadie lo sabe sólo yo.
Y yo intento tragar mi orgullo, para poder coger el teléfono y marcarte.
Intentando decir que me arrepiento de aquella noche, de lo que dije, pero no puedo porque me interrumpe el recuerdo de lo que tú también dijiste.
Sin embargo, todos los días, vuelvo a aquel día de Enero en el que nos conocimos.
Ni un millón de palabras podría describir lo que siento.
¿En dónde quedó aquella libertad de la que tanto hablábamos, cuando siempre estuvimos encadenados a un sentimiento?
¿Por qué no nos dimos cuenta cuando nos pertenecíamos?
Y yo, vuelvo a Enero una y otra vez deseando no haberte respondido aquel primer saludo y haber terminado sin empezar aun esta historia que tanto nos ha lastimado.
Noches de insomnio, quedándome despierta, viendo en el techo la escena de nuestra despedida.
Fechas especiales para ambos que quisimos mejor no recordar.
Olvidamos los meses de bonitos recuerdos, de risas, de abrazos.
Se disipó el sabor adictivo que tenían tus labios.
Habernos dado cuenta de cuánto nos amábamos después de habernos despedido.
Recibir el invierno con miedo porque ya no había brazos que me cubrieran.
¿Te fallé? ¿Te decepcioné?
Los pétalos de rosas siguen cayendo.
¿Tendré que sentirme culpable?
Pero yo ya sabía aquel día de enero que te conocí que el final ya estaba escrito mucho antes de que empezara.
Quise cegarte y lo logré.
Me sentí con todo el derecho de tomar lo que ya era mío.
Me robé todos tus sentimientos antes de que anocheciera.
Y es que confieso que aunque haya terminado, esto no ha acabado aquí.
Yo sigo aquí, para ti, por si alguna vez te interesa  saberlo.
Tocaste lo más profundo de mi corazón y encontraste la receta exacta para llenarme el alma.
Entonces es cierto que el amor es ciego, porque cegamos nuestros corazones con este amor.
Compartimos desde sueños hasta la cama.
Dime  ¿Cómo me deshago de eso?
Nos volvimos adictos a conocernos, a aprender uno del otro.
Sin embargo, me sigo despidiendo de ti,  mientras los pétalos van cayendo.
Adiós amigo y amante.
Siempre has sido el único.
Y yo siendo únicamente una soñadora que desaparece cuando despierto.
No pudiste romper mi espíritu porque lo que te llevaste fueron mis sueños.
Y si sigues adelante, siempre ten mi recuerdo...
Recuérdanos como lo que solíamos ser.
Te vi sonreír, te vi llorar.
Podía observarte dormir por horas sin cansarme.
Dispuesta a durar un sinfín de eternidades tomada de tu mano.
Conocía tus miedos, y tú los míos.
Más pétalos caen.
Y aunque tenemos nuestras dudas, estamos bien.
Y si algo puedo jurar, es que te quiero de verdad.
Y que no he podido aprender a seguir sin ti.
Adiós querido amante.
Sigo entrelazando mi mano con la tuya, cuando duermo.
Y mientras entre sueños mi alma llora.
Aquí estoy, escribiéndote esta carta que no vas a leer.
Después tomaré el ramo de flores secas y los tiraré.
Los dos, como dos entes vacios vamos caminando.
Fuiste el único para mí.
Adiós amante mío.