28.3.13

¿En qué me metí?


Prendo un cigarro y volteo a ver mi reloj, aún falta media hora para mi siguiente comida, miro el cenicero que se encuentra a un lado mío. Un cenicero que llené en pocos minutos de colillas y cenizas, definitivamente el ansiedad esta noche estaba mucho más presente que otros días, doy un sorbo a mi té verde sin azúcar.
Y es que desde hace unos cuantos meses mi estilo de vida y mis hábitos han cambiado por completo.
Hace unos meses que no salgo los fines de semana por las noches, que vivo en tacones no por arreglo personal si no por modificar mi forma de caminar, que duermo con un corsette que apenas me deja respirar, hace unos meses que no doy sorbo a un cappuccino con caramelo extra, y ya olvidé lo que sabe un pay de queso (mi postre favorito).
También hace poco descubrí que puedo cargar más de mi propio peso. Y hace ya un par de meses que al despertar lo primero que hago es mirarme al espejo, en vez de ver mi celular.
No te apures, no estoy sufriendo ningún trastorno alimenticio.
Esta noche me encontraba ansiosa, los minutos me parecían eternos, y luchaba contra mis pensamientos de tomar el pastel de chocolate que se encontraba en el refrigerador a unos pasos de mí. “¿En qué me metí?” pensaba una y otra vez.
Así que, mientras tomaba mi taza de té desabrido decidí distraerme un rato y mirar fotos mías de años (muchos) atrás.
Vi a una Ale completamente diferente a mí, inclusive en la mirada.
Una niña impecablemente arreglada, todo en su vestimenta combinaba a la perfección, todas las fotos con peinados distintos y maquillaje adecuado al momento. Pasaba las fotos una y otra vez con nostalgia. Una niña que reflejaba en su mirada amor por sí misma, e inclusive una seguridad intimidante. Sus ojos brillaban.
Comencé a recordar aquellas épocas, y sí, era una niña soberbia. Pero también una niña que no permitiría que alguien le pasara por encima. Una niña que sabía quién era y lo que valía. Coqueta hasta al hablar, que se miraba al espejo y podría besarlo por lo que estaba viendo, pero no lo hacía porque no quería parecer ridícula. Jaja, sí, esa era yo hace unos años.
Pero también fue pasando el tiempo y entonces entré a mi primera relación “formal”, una relación que duró 3 años, y que también fue una relación muy destructiva para ambos, una relación que se llevó toda mi seguridad y el brillo en mi mirada. No lo culpo, éramos muy chicos.
Cuando terminó comencé a descuidarme, lo peor es que no me di cuenta de aquello hasta hace unos meses, y sí, comencé a subir de peso, y comencé a distorsionar mi físico.
Dejé de querer lo que miraba en el espejo, y también dejó de importarme cómo se veía.
Entonces ya no me cuidaba, ya no me arreglaba, y no me importaba.
Y no, este no es un blog completamente superficial, yo dejé de ser así hace mucho tiempo y aún lo conservo.
Lo importante aquí es que como dejé de querer lo que había dentro de mí, en mi corazón y en mi alma, lo reflejé también por fuera.
Y todo eso comenzó a traerme problemas, no tanto mi arreglo personal, si no mi amor por mí misma.
Comencé a permitir comentarios desagradables hacia mi persona, que la gente me valorara menos de lo que yo realmente valía, porque indirectamente yo no tenía “nada con qué defenderme”, yo no me daba ese valor, ni personal ni físico.
Me volví insegura, comencé a caminar cabizbaja, me escondía. Insegura completamente.
Déjame decirte que todo esto fue ocurriendo en un proceso que duró años, varios años, y sin darme cuenta hasta que yo ya me había vuelto así mecánicamente.
Pero un día, de pronto, un día me topé con una mujer que se fijó en mí, y no, no de la manera que crees. Pero se acercó a mí y me dio esperanza de volver a “querer” lo que veía en el espejo.
Una mujer muy particular, con un carácter admirable y un corazón como pocos.
Comenzamos a tener una amistad envidiable y se convirtió en mi segunda madre. (Sí, segunda madre, esta mujer sobre pasa los 30 y tantos, con dos hijos preadolescentes y se ve como pocas a su edad)
Esta mujer, te platico, compite en Fisco y Fitness en la categoría de Ms. Bikini.
Sería este un blog eterno si te platico como todo lo que es el Físico y Fitness, pero te cuento que esa categoría es la categoría “bonita” del fisicoculturismo, donde explotan al máximo la feminidad en las mujeres.
Para ese entonces yo ya estaba muy pasada de peso, como nunca, y comencé a hacer una dieta y ejercicio que esta mujer me brindó, lo hacía únicamente porque unos meses posteriores competiría con mi equipo de porras en un lugar con playa, y esta mujer no iba a permitir que yo llegara así. (Suena absurdo, pero realmente en el mundo de las porras es importante tu peso y más si eres de las niñas que cargan y avientan y todo eso).
Comencé a convivir más con ella y con su familia y poco a poco me fui involucrando por fuera al mundo del fisicoculturismo.
Un día tuve la fortuna de conocer a sus entrenadores, y literal los conocí como personas que se dedicaban a “formar cuerpos perfectos”.
Comenzó a llamar más mi atención.
Fue pasando el tiempo, mis prioridades cambiaron, y dejé de ser porrista.
Hace poco escribí al respecto, me excusé en que quería dedicarme de lleno a la literatura y al teatro. Pero también hace poco descubrí que esa no era la razón principal.
Principalmente dejé porrista porque un día me di cuenta de que no sabía realmente quién era yo, no me conocía, por lo tanto no me quería, no puedes querer algo que no conoces. Dejé el deporte porque quería enfocarme 100% en mí, en recuperarme después de tantos años de haberme perdido, para así poder continuar con los demás planes.
Días y meses de trabajar en mi interior, de descubrir quién era, y lo logré. Descubrí que la persona que escribe en este blog es personalmente muy valiosa, me encontré de nuevo y comencé a caerme muy bien de hecho Jaja. Pero algo faltaba, necesitaba quererme completamente.
Seguía mirándome en el espejo, y seguía sin gustarme lo que miraba, de hecho, me resultaba desagradable, estaba infinitamente descuidada, inclusive demacrada.
“¿Y si compito en Ms. Bikini?” me pregunté un día.
Digo, estos entrenadores formaban “cuerpos perfectos”, y yo nunca había tenido uno (no a mis ojos), y veía a mi amiga practicando su forma de caminar, erguida, segura de sí misma, presumiendo su cuerpo, y sonriendo… Sobretodo sonriendo.
-Quiero competir- le dije.
-¿Estás segura?- me contestó incrédula.
-Sí, quiero competir.- Reafirmé.
-Es más difícil de lo que te imaginas.- me advirtió.
“¿Seguir una dieta, hacer ejercicio en el gimnasio? No puede ser tan difícil, mucho menos el ejercicio, siempre he hecho ejercicio.” Pensé.
-Quiero competir.- Le dije con tal seguridad que al fin la convencí.
-Te va a cambiar la vida Ale.- me dijo con una sonrisa de plenitud.
Al principio no entendí. ¿Cómo algo tan simple podría “cambiar mi vida”?
Comencé a prepararme.
Y repito, no sabía lo que hacía jajaja.
Te platico rapidísimo. Tengo que comer cada 3 horas sólo pollo y tortillas de nopal, tomar 3 litros de agua diarios, y no me puedo desvelar por una explicación que me dieron de que mi cuerpo no responde como se debe. Ejercicio diario y cardiovascular de una hora (que por cierto odio hacer cardiovascular).
Nada de “una galletita” o “un sobrecito de azúcar para mi café” porque eso puede implicar mi derrota.
No creía que fuera así de estricto hasta que un día “rompí” un poco la dieta y mi entrenador se dio cuenta al instante y fue un caos.
Ya no salgo en las noches, me la vivo preparando tuppers de comida para el día siguiente y me duermo en clases del cansancio físico, encima mi eterna ansiedad por algo dulce, o algo diferente a mi comida. Imagínate comer lo mismo cada 3 horas todos los días.
Me di cuenta que mi amiga tenía razón, es más difícil de lo que creí, me cambió mis hábitos por completo y mi estilo de vivir.
Y sí es algo que no cualquiera puede hacer, dejar de comer lo que le gusta, no salir con sus amigos por preparar tuppers de comida, no ir a fiestas por dormir temprano, y recluirte en todo lo que implica una preparación así.
Encima, ver todo lo de fuera, tuve que cambiar mi postura, mi forma de caminar, mi forma de sonreír, etc. ¡Es tan complicado!
Y si te preguntas por qué sigo en esto, o cuáles son mis razones, y cómo se puede disfrutar algo así.
Déjame decirte que estoy ganando personalmente muchas cosas.
Estoy ganando carácter, fuerza de voluntad, y me estoy queriendo.
Porque todos los días me echo porras yo sola “tú puedes”, “no te rindas”, etc.
Encima es un reto que sé que si lo logro me va a ayudar en una satisfacción personal impresionante.
Hoy, por fin, pude verme al espejo y ver que me agradaba y mucho lo que veía, me dieron ánimos de arreglarme de nuevo y lo hice, no tenía plan, pero simplemente quería arreglarme porque me nacía hacerlo.
Sin darme cuenta ya camino alzando la cabeza, camino segura. Y la gente lo nota porque he recibido muchos comentarios positivos.
Estoy recuperando mi seguridad, el quererme de nuevo por fuera y por dentro, y el darme ya mi lugar como persona.
Decidí cambiar mis hábitos y mi estilo de vida por volver a quererme, y creo que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado.
Aún me falta mucho, aún no tengo el físico que quiero, pero se me ha presentado la oportunidad de tenerlo, y aunque me está costando mucho trabajo, lo estoy logrando.
Estoy trabajando muchos ámbitos personales con este deporte, que antes creía meramente superficial.
¿A qué quiero llegar con esto?
Creo que es fundamental para uno el quererse y gustarse como persona y físicamente, para darnos nuestro lugar, valorarnos y no permitir que alguien más nos lastime.
Cada quién debe de tener su forma de lograrlo, yo lo hice de manera muy drástica, Jaja pero así soy, no me gustan las cosas fáciles.
Cada quién encuentra sus satisfacciones personales que son alimento para el autoestima y el alma.
Hoy te invito a encontrar el tuyo, de la manera que sea. Pero que el día de mañana te sientas contento contigo mismo.
Y es que piénsalo, siempre vas a tenerte, la persona que miras en el espejo, es la persona con la que vas a vivir el resto de tu vida, qué mejor que vivir el resto de tu vida con alguien que te gusta y amas.
Ya entré a este reto, no hay vuelta atrás, y se viene lo más pesado por lo que me dicen, y aunque hay días en los que quiero tirar la toalla y decir “¡Basta! No tengo necesidad de hacer esto.” Me doy cuenta de que mucha gente cree en mí, como mi amiga y su familia, mis entrenadores, etc. Y también comienzo a creer en mí, que soy capaz de lograr este reto, y si lo logro, y supero esta meta, sé que para las próximas que vengan, voy a tener el carácter que necesito y voy a estar lista para lo que me espera.
Por lo pronto continuaré, y prometo intentar escribir más seguido, gracias por leerme una vez más J