13.5.13

¿De qué se trata?

Y ya fue el gran día.
En todos estos meses siempre me imaginé cómo sería, cómo me sentiría, cómo me vería.
Y no, no se parecía en lo absoluto.
Pero vamos a regresarnos unas cuantas semanas o días atrás.
Si leíste mi entrada anterior, te percataste de que implicaba una dieta muy difícil y ejercicio.
Pues no, definitivamente no sabía la que me esperaba.
En mis últimas semanas me encontré con lo que llaman “apretar la dieta” lo cual significa, que los carbohidratos desaparecieron para mí, me bastaba de comer 120g de pollo y verduras cada tres horas.
Pasé por muchas cosas en las últimas dos semanas.
Una de esas fue, una plática que tuve con el esposo de mi amiga que también competía.
Habíamos convivido tanto que yo ya lo veía como otro padre.
Me dijo que este no era mi deporte,que había entrado por las razones incorrectas, que yo no había elegido entrar al mundo del Fitness por querer ganar la competencia que se me presentaba, que no podía decir que me encantaba todo esto si ni siquiera me había subido a un escenario.
¿Qué crees? Que ese día no estaba equivocado.
Me la vivía diciendo que me encantaba este deporte, que se había vuelto una pasión.
Pero no podía decir eso cuando ni siquiera había pasado por la parte más difícil, la última semana.
Y no, tampoco quería ganar, sólo quería que por primera vez me viera en el espejo y me gustara mi cuerpo.
Y eso me llevó a cometer muchos errores en mi preparación, a tener un margen de error lamentable.
Porque en el momento en el que me vi “delgada”, o más bien en el momento en el que “los demás” comenzaron a verme “delgada” comencé a equivocarme.
Siguieron pasando los días, la tensión incrementaba, los días pasaban, el estrés era cada vez más presente.
Y cuando ya estaba de lleno en la competencia, a unos días de competir, me vi en el espejo y no me gustó mi cuerpo.
Eso me llenó de frustración porque no había cumplido mi objetivo, mi cuerpo aún no me gustaba.
¿Por qué? No porque no llegara con un cuerpo bonito, si no porque mi perspectiva y mi visión cambiaron.
Porque me faltaba conocer más del Fitness para ver el verdadero propósito de competir.
Ya no quería un cuerpo bonito, quería un cuerpo ganador, me di cuenta de que quería llegar lejos en esta disciplina, que quería poner en alto el nombre de mi amiga y su familia que me habían apoyado desde un principio, y claro, quería poner el nombre de mi equipo y mi entrenador en alto.
No me gustaba mi cuerpo, porque no es un cuerpo que llevó una preparación perfecta, porque no era un cuerpo ganador.
Un día, cuando la frustración me dominaba, me llenaba de tristeza y culpa, me puse a repasar todo lo que había pasado durante estos 4 meses.
Pasé por tantas cosas.
Nunca pensé que fuera TAN difícil, nunca pensé que implicaría tanto.
Casi pierdo el semestre, perdí a mis mejores amigas de la universidad, inclusive llegó un punto en el que sentí que había perdido a mi familia, perdí la oportunidad de disfrutar más a aquel que quiero tanto.
Inclusive entrar provocó que me peleara en una ocasión con la familia que tanto me apoyó aquí.
Mi padre no podía apoyarme en un 100% porque nunca estuvo de acuerdo en una totalidad con lo que estaba haciendo, le costaba mucho trabajo aceptarlo, cosa que nos llevó a muchos conflictos y peleas a lo largo de estos meses.
"¿Y todo para qué?" Me decía una y otra vez. Había perdido mucho, había llorado muchísimo, y no había cumplido mi objetivo. Encima me daba pánico pensar que podía llegar a hacer el ridículo en el escenario, no tenía ni idea de cómo funcionaba el evento.
Faltaban dos días cuando mi papá se acercó a hablar conmigo...
No recuerdo la última vez que platicamos sin el motivo de una queja mutua o un pleito casual.
Me dijo que se sentía muy orgulloso de mí, que todo el proceso que había visto de haberme desvelado preparando mis tuppers de comida, llegar tarde a mi casa por hacer ejercicio, arreglármelas para cumplir con la escuela, y olvidarme un poco de mi vida social era de admirarse, que no cualquiera se aventaba ese paquete, mucho menos a mi edad. Que independientemente de que viera a su niñita en un escenario con un mini traje, él veía el esfuerzo, lo que me había costado, y la entrega con la que lo hacía.
Ese día comencé a ver las cosas un tanto diferentes…
Sin embargo, no obtuve respuesta a mi pregunta hasta el día en el que competí.
Habíamos tenido problemas 3 días anteriores porque no había podido depletarme (sacar el agua de mi cuerpo, que es el procedimiento final) por completo.
Habíamos intentado todas las opciones “naturales”… volúmenes de agua, sauna, espárragos. Y nada, seguía teniendo agua en mi cuerpo jaja.
Mi entrenador estaba abnegado a agregarme algún químico que acelerara el proceso, o despertara a mi cuerpo.
Tuvimos una sesión de fotos el día previo a la competencia y vi a todas las niñas de mi equipo ya listas, con un cuerpo increíble.
Imagínate, las otras niñas de mi equipo ya estaban listas, y yo, todavía no lo estaba.
Moría de miedo, porque mis errores, y el que mi cuerpo no respondiera como se debe a la deshidratación, se reflejarían a lado de mujeres que no tuvieron margen alguno de error.
Entonces, el día de la competencia, ya maquillada, peinada, con mi bikini, y pintada, me vi en el espejo…
No puedo describirte el sentimiento que me provocó el mirarme en el espejo, y ver lo que había hecho, el cambio tan impresionante. Me provocó un nudo en la garganta de emoción.
“Ya llegaste hasta aquí, por más que quieras darte la vuelta, no puedes, disfrútalo.” Me dije.
Y así fue, estaba en resignación de que no tenía un cuerpo ganador, así que si ya me había costado tanto trabajo y tanto esfuerzo, lo mínimo que me quedaba era disfrutarlo.
Y así fue…
No me preguntes de dónde saqué la seguridad, pero la proyecté en el escenario, caminé y posé como nunca lo imaginé, nunca dejé de sonreír, y nunca bajé la mirada.
Olvidé los nervios, la frustración, el estrés allá arriba, y me divertí como nunca.
Después, siguieron las premiaciones.
No esperaba quedar en las finalistas, mucho menos esperaba un buen lugar...
Éramos 16 niñas, yo sólo repasaba los mini errores que había tenido en mi preparación que sabía me los cobraría en ese momento.
Pasaron a las 10 finalistas a comparación... Dijeron mi número, el 213.
“Bueno, quedar entre las 10 primeras, ya es un logro.” Pensé...
Después, vinieron los primeros 5 lugares, yo estaba esperando a que pasaran las premiaciones al otro lado del escenario cuando de pronto una mujer del staff del evento me dijo “¡213! ¡Te están buscando!”
¿Yo? ¿Entre las 5 primeras? Me sorprendí…
Corroboraron la lista de las premiaciones infinidad de veces y para mi suerte mi número siempre acertó.
Al final, obtuve el 5to lugar.
Un quinto lugar que me supo a primero.
Mi logro no fue quedar entre los 5 primeros lugares de 10 y tantas niñas, no fue el cuerpo.
Uno de los grandes logros que siento en mí fue que a mi edad llevé una preparación y disciplina sumamente estricta, pero una preparación completamente natural, no tuve la necesidad de añadir un “extra” químico, mucho menos un extra quirúrgico.
Dependí completamente de la disciplina con la que llevé mi preparación y cómo reaccionaba mi cuerpo.
Me hubiera encantado decirte que mi preparación la seguí al pie de la letra, que no tuve margen de error, que no caí en tentaciones, que todo fue perfecto.
Me encantaría decirte que antes de competir me encontraba tranquila, que sabía hasta el último minuto que me iba a ir excelente.
Me encantaría decirte que siempre supe que estaba lista para competir.
Sobre todo me encantaría decir que no le fallé a las personas que me apoyaron incondicionalmente y que creyeron en mí.
Pero lamentablemente no fue así.
Creo que en realidad si al final no seguí mi preparación al pie de la letra fue porque en realidad el cuerpo en el que me veía aún lo tenía alejado de mi realidad.
O tal vez nunca imaginé que ese día llegaría... Que me subiría a un escenario.
Tal vez seguía sin descubrir la capacidad que tengo de competir con mi cuerpo.
Competí con la espinita de preguntarme qué hubiera pasado si hubiera hecho todo perfecto, cómo hubiera reaccionado mi cuerpo.
Al final, de todo lo que pude haber “perdido” (como lo que te platicaba en el momento en el que me encontraba frustrada).
Me di cuenta de que gané muchísimas otras cosas, y mucho más valiosas, que compensan absolutamente todo lo difícil que me trajo esta preparación.
Para empezar una experiencia inolvidable, el salir del teatro y que desconocidos te pidieran que me tomara fotos con ellos, que me pidieran entrevistas, recibir a cada rato notificaciones de mis redes sociales con comentarios positivos, el estar arriba y sentir cómo todos me estaban admirando durante unos minutos, sólo a mío.
Sin duda se siente increíble lo anterior, aunque en realidad mi premio mayor no es ese.
Aprendí a querer y valorar muchísimo mi cuerpo, porque aún con los errores que cometí, mi entrenador no estaba tan preocupado por mí. Me di cuenta de que mi cuerpo es TAN maravilloso que aún con errores, aún sin hacer las cosas a la perfección, reaccionó.
Ahora me digo “¡Imagínate si hubieras hecho las cosas a la perfección!”
Entré al mundo del Fitness por un capricho, para mi buena suerte, un capricho que cayó en las mejores manos sin duda. Y me regaló una nueva pasión. Porque qué crees, ya me piqué en esto jaja.
Por fin pude encontrar la forma (no me preguntes cómo, simplemente pasó) de tener una comunicación correcta con mi papá. Cosa que no había podido lograr, esta disciplina aunque al principio me hizo parecer que me alejó más de él, al final nos acercó como nunca.
Mi papá tuvo la oportunidad de abrir su mente un poco, de darse cuenta de que no sólo se trataba de subirse a una tarima en un diminuto traje, que iba mucho más allá.
Este deporte me regaló su admiración, y respeto a las mujeres que están dentro del Fitness.
Me di cuenta de que soy capaz de hacer millones de cosas a la vez, sólo con un poco de organización.
Terminé de asegurarme de que SÍ puedo tener fuerza de voluntad cuando me lo propongo.
Comencé a adquirir el valor de enfrentar a las personas, de defender con carácter mis ideales y mi nuevo deporte.
Me regaló la admiración de muchas personas a mí alrededor, personas que nunca imaginé que estarían al pendiente de mi preparación.
Gané un amigo, mi entrenador Toño, que logramos tener pláticas muy amenas y completamente ajenas al Fitness en los cortos trayectos que tenía en mi revisión, encontré en mi entrenador una persona increíble, que realmente ama lo que hace. 
Y por alguna extraña razón nunca dejó de sonar en mi cabeza sus palabras “confío en ti”.
Me quedo con el sentimiento de que existe una persona que a pesar de que supo perfectamente que cometí errores, no dejó de creer en mí, hasta el último minuto antes de las premiaciones.
Que a pesar de todos los obstáculos, nunca tiró la toalla y me dejó subir, creyendo en que daría un buen papel, y si no es así, por lo menos me lo hizo sentir jaja.
Entré a una comunidad de mujeres muy bellas por dentro y por fuera, que, a pesar de no conocerse en una totalidad nunca hubo un momento en el que no recibiera una notificación del grupo en una red social echando ánimos, con imágenes y frases.
Y a quienes tuve la fortuna de conocer, siempre se acercaron a mí con un fin de apoyarme, de hacerme más fácil todo esto.
Me gané una familia de mujeres Fitness.
Comencé a querer a mi otra entrenadora, Atenea, que a pesar de estar lejos y no haber estado presente físicamente, siempre estuvo conmigo cuando la necesitaba, y vaya que la sentí a mi lado en todo momento, que no me dejó sola ni un segundo. Y siempre tenía las palabras correctas para mí. Una mujer que además fue mi inspiración para competir (te confieso me la viví viendo vídeos suyos en competencia para tratar de imitarla jaja.) 
Por último, y una de las cosas más importantes que gané fue que mi preparación me ayudó a hacer "limpieza" en cuanto a la gente que tenía a mi al rededor.
Me di cuenta de quienes de verdad me querían, que soportaban conmigo lo que la entrega a esto me llevaba, el mal humor, el no salir, etc.
Tristemente también me di cuenta de la falsedad del cariño de algunos, principalmente en mi escuela, me di cuenta de que en realidad a quienes llamaba mis amigos en la universidad, no lo eran.
Pero, con eso logré apreciar mucho más a quienes se quedaron.
Mis mejores amigas, mis bebés, que de verdad admiro muchísimo esa paciencia y comprensión que me tuvieron, el verlas en mi competencia fue algo maravilloso.
Mi aquel favorito, el que tuvo que vivir más pesado mi mal humor, mi estrés, y tuvo que acoplarse a mi nuevo estilo de vida, todo siempre con un cariño transparente, el estar incondicionalmente a mi lado, eso me hizo apreciar mucho más su compañía, y al final disfrutó tanto como yo mi competencia, de verdad me siento afortunada.
La familia que me adoptó en mi preparación, que definitivo facilitó muchísimo el proceso y que ahora adoro.
Y en fin.. Muchísimas personas que de la manera más transparente pusieron su granito de arena.
Comencé a valorar más a la gente que estuvo conmigo.
Y bueno, me gané el respeto de un grupo de personas que meses atrás me molestaban por tener kilos de más.
Puedo decirte que todo este proceso me ha maravillado, que he aprendido un montón de cosas.
Entendí de qué se trata realmente el mundo del Fitness.
Fitness no es el lucir el cuerpo que obtienes en competencia. (Que por cierto el cuerpo como tal de competencia te dura tan sólo el momento en el que estás en el escenario, después conservas un cuerpo muy bonito, pero no como el que vas a ver con tu bikini de competencia) Las niñas Fitness no presumen su cuerpo.
Presumen todo lo que tienen que vivir día con día para lograr verse así.
Niñas guerreras que deciden no tomar “el camino fácil” de las cirugías estéticas, ni las pastillitas milagrosas, que luchan por un largo proceso.
Una lucha constante de comer cada 3 horas alimentos que quizás preferirían cambiar por su platillo favorito, encima preparar las comidas y cargar con los tuppers a todos lados, (cero práctico,
cero cómodo), de ir al gimnasio a cargar más de su propio peso, y el famoso “cardio” que en mi caso al final constaba de 80 y tantos minutos. (Con dos sudaderas, una faja de neopreno, y apestando a una crema de azufre, sudando como no te imaginas.)
De perderse actividades de personas de su edad. En mi caso y el de las de “veinti tantos” el dejar de salir con sus amigos y amigas, dormir inmediatamente después de su última comida, y pasar días encerradas en casa esperando a que llegue el gran día.
Eso es una niña Fitness, no sólo una niña con bonito cuerpo que se sube en un mini traje de baño para que todos la admiren.
El cuerpo, es sólo el reflejo de disciplina, decisión, y fuerza.
ESO es lo que al final realmente gané, el cuerpo, sólo fue la cereza en el pastel.
Aprendí a hacerme responsable de mis actos, a tener una disciplina, a que aunque había días en los que ya no quería seguir, este deporte te obliga a seguir, a no rendirte, no sé cómo funcione el cerebro pero te prometo que existe algo que te levanta para no tirar la toalla.
Me da nostalgia que ya todo lo que viví durante 4 meses culminó, y que tengo que esperar por un largo rato para volver a prepararme para competir.
Pero qué crees, me enamoré tanto del proceso que de aquí a que empiece mi preparación me mantendré, no me descuidaré, y esta vez, no planeo quedarme con espinitas.
Porque ya se volvió una pasión.
Creo que me di cuenta que me había enamorado de esta disciplina el día en el que defendí ciegamente mi posición y el trabajo de mis entrenadores estando frente de un grupo numeroso de nutriólogos que criticaban mi nueva forma de vida.
No puedes defender sobre todas las cosas a algo que no te ha tocado el corazón.
Definitivamente esta no va a ser mi última competencia, definitivamente esto no se queda aquí.
Y ahora estoy segura de que en vez de dar un 95% de mí, puedo dar un 210%.
Porque después de estos meses aprendí a creer y confiar en mí.
Te dejo mi nueva experiencia, todo lo que he vivido y aprendido.
Espero que esto te ayude en tus proyectos, y metas.
Porque ahora sí puedo decir que ya comprobé la famosa frase de que nosotros mismos somos nuestros peores obstáculos, y que en serio, podemos lograr cualquier cosa que realmente nos propongamos.
Lo que viví este fin de semana, lo veía como algo lejano, como un producto de mi imaginación, y se me hizo, pude cumplirlo y vivirlo.
Creo que puedo comenzar a creer que me estoy transformando en una niña Fitness.

PD: "Nunca te rindas con aquello que no puedas pasar un día sin tenerlo en tu mente."