A ti, a quien quiero más que a nada en el mundo.
A ti, que quiero más que abrir un nuevo libro, porque
platicar contigo es mejor que cualquier creación literaria.
A ti, que quiero más que una taza de café, porque cuando no
lo bebemos juntas me sabe diferente.
A ti, que quiero más que cantar mi canción favorita de
nuestro grupo favorito, porque si no canto contigo, mi voz se escucha como un
susurro.
A ti, que quiero más que escribir, porque podemos escribir
miles de historias juntas, que seguramente tendrían más éxito que cualquier
otra novela escrita.
A ti que quiero más que a un cigarrillo, porque compartir
uno contigo lo disfruto más que sola.
A ti te dedico esto que escribo, sin pies ni cabeza, porque
últimamente eso nos pasa a las dos, últimamente no tenemos ni pies ni cabeza en
cuanto a nosotras.
Nos han hecho creer que las lágrimas son para cuando algún
ser querido fallece, para cuando pierdes al que pudo ser el amor de tu vida,
para cuando te decepciona la persona con la que tenías una relación amorosa.
¿Entonces por qué últimamente he llorado por ti? A ti, que
aquí sigues, que me has hecho pensar que no te vas a marchar.
¿Por qué siento que ya te marchaste?
¿Por qué lloro tanto si nunca tuvimos una relación amorosa y
nunca quisimos tenerla?
¿Por qué estoy llorando por ti, mi mejor amiga, a quien
quiero más que a nada?
O, más bien ¿Por qué me duele tanto confesar que ya me
cuesta trabajo llamarte así, por el mejor pseudónimo que te pude haber puesto, “mejor
amiga”?
Compartimos tanto que llegó un momento que sin hablar,
podíamos saber lo que la otra pensaba.
¿Entonces por qué siento ahora que me cuesta trabajo decirte
cómo me siento?
Tú, por quien doy lo que pidas, por quien me pierdo para que
te encuentres.
A ti, a quien ya no tengo nada más que darle de mí porque ya
te he dado absolutamente todo lo que tengo.
Mi hermanita, a quien cuido con pinzas, a quien no me
perdonaría que algo le pasara y yo no pudiese evitarlo.
Repaso una y otra vez estos años de amistad, como un
negativo de película, una y otra, y otra vez.
Risas, enseñanzas, consejos, galones de café, millones de
colillas en un cenicero, semanas de películas, tu refrigerador que se convirtió
en el mío, mi familia que se convirtió en la tuya.
Nos conocemos mejor de lo que la persona que nos mira en el
espejo nos conoce.
¿Qué nos pasa?
Como aquel mensaje que mandaste una vez ebria, que ya no
podías con esta amistad, que lo sentías, te despedías.
Entonces recuerdo cómo esa noche me bañé en lágrimas, me
recosté en un sillón y me abracé las piernas, como una niña pequeña en su
cuarto de noche, que le tiene miedo a la obscuridad.
Estaba aterrada, ahogada en miedo. ¿Qué voy a hacer sin
ella? ¿Con quién voy a compartir tanto? Me pasaba por la mente una y otra vez.
Y me culpé, me culpé por no haber sido la amiga que tú has
querido todo este tiempo, no había sido lo que merecías.
Y así pasaba, siempre que peleábamos, me preguntaba una y
otra vez ¿qué te había faltado de mí?
Hasta me disponía a pedirte una disculpa sin saber qué había
hecho, con tal de no perderte.
Siento como si le escribiera a un amor perdido.
Pero la amistad que tú y yo tenemos (o teníamos) me llenaba
más que cualquier cosa, y era sólo eso, una amistad pura, sin hipocresía, sin
algún interés de por medio más que el vernos felices.
Las peleas se volvieron más constantes.
La verdad, yo traía dentro de mí muchas cosas que nunca
quise decirte por este mismo pánico que me recorría una y otra vez al pensar
que podía perderte.
Y nos resumimos a esto, a peleas, a no decirnos qué
sentimos, sólo impulsos.
Y de pronto quien una vez se esmeró hasta donde podía para
verme feliz, comenzó a lastimarme.
¿A quién puedo pedirle un consejo ahora? Si a quien recurría
era a ti.
¿Con quién puedo desahogarme? Si a ti te llamaba.
Si crees que te escribo con rencor, con coraje o demás, te
equivocas.
Te escribo con amor a esta amistad, con incertidumbre y con
decepción.
Algo no está bien en ambas y lo sabemos.
Ya no nos podemos dar el lujo de ir por un café después de
una discusión y pretender que nada pasa.
Me has fallado mejor amiga, me has lastimado con esas
fallas.
No estuviste conmigo en algo que es mi pasión porque te
quedaste dormida, porque la noche anterior bebiste.
No me extrañaste en aquel viaje al que me marché durante un
mes y no te preguntaste cómo estaba.
No te involucras en lo que amo, en lo otro que me hace
feliz, no preguntas, no te interesa.
Siento a veces que soy tu último recurso cuando no tienes
algo mejor qué hacer, cuando tú para mí has sido una prioridad.
Peor, ya no recurres a mí cuando necesitas una sonrisa, o
hablar. Ya no piensas en mí cuando se trata de eso. Últimamente recurres a mí
económicamente.
Me conoces tanto, que entiendes que eso tiene más valor que pagar un café.
Creo que también te hice creer en un momento que nuestra
amistad se basaba en mi situación económica, que si no podía yo pagar algo, no
me interesaba verte, y no era así.
No era presumirte mi economía, era un agradecimiento que yo
tenía contigo por regalarme tantas sonrisas cuando nos veíamos, me nacía, y si
podía pasar más horas contigo, gastaba hasta el último centavo. Porque ha sido
mi mejor inversión. Si en algún momento sentiste que te compraba, lo lamento.
No sé si por eso también, te acostumbré a aquello.
Entonces llegó un momento en el que yo sentía que si no
tenía algo material que te sirviera, no te interesaba verme.
Nunca he pedido que me paguen lo que doy porque siempre que
doy algo (sentimental, o económico) me nace.
Pero hace poco me dijeron que las personas no valoran
aquello, que entonces te exprimen hasta que ya no tienen nada más que sacarte.
Y aquí estoy, en este desajuste emocional de no saber qué dirección
está tomando esta amistad.
Sólo quiero que regrese todo a la normalidad, como antes, que
nos complementemos de nuevo, y te prometo, lo pido con lágrimas.
Me aconsejaron que pusiera a "prueba" a todos aquellos que dicen quererme, que así podía ver quienes realmente estaban a mi lado y quienes no.
Te confieso, lo hice contigo. Perdóname.
Y el resultado fue algo que realmente no quise ver, porque entonces el dolor de "darme cuenta" o "abrir los ojos" iba a tumbarme.
Trabajo constantemente en no sentir decepción contigo,
porque duele más que cualquier otro sentimiento.
Y sin embargo, llevo sintiéndome así desde hace un tiempo.
Quiero creer que no te das cuenta, que no es tu intención.
No quiero creer que simplemente dejó de importarte.
Quiero creer que en la "prueba" tú eres la excepción porque siempre lo has sido en todo.
Siempre has sido esa EXCEPCIÓN a absolutamente todo lo que conozco.
Siempre he estado en contra de pedir un “perdón” o
esperarlo, porque siento que eso debe de nacerte.
Pero te soy sincera, es lo único que he querido pedirte
últimamente.
Que te des cuenta de que lloro por ti, porque me has
fallado.
Que el no llegar me lastima cuando te estoy esperando,
cuando cuento contigo.
Que el discutir y por impulso decidir terminar una amistad
sabiendo que ese no es un adiós, en el momento me estropea hasta que decides
resolverlo.
Que el no escuchar un “gracias” espontaneo que de verdad
sientes, me desmotiva.
El ver que por personas que llevas una amistad tan corta
haces tanto, y yo por un lado me siento aislada.
Imagínate qué tanto puedes lastimar a una persona que te
quiere con todo el corazón con acciones que pueden parecer tan insignificantes.
¿Te estaré exigiendo demasiado? ¿Seré yo acaso la culpable?
Supongo, esa apatía tuya también tiene origen de algo que yo
he hecho.
Hoy, mientras las lágrimas me estorban para escribirte, te
quiero pedir una disculpa.
Perdón si llegue a marearte con mis pláticas, pero eras mi
único escape de desahogo.
Perdón si yo también te hice sentir que no me interesaban
tus cosas. Cuando te prometo me interesa más que cualquier cosa que me rodea.
Eres lo más estable que tengo, y te estás desvaneciendo.
Eres lo que con más orgullo presumo, y desapareces.
Nunca hemos manejado la “cursilidad” en nuestra amistad, y
quise reprimirla porque sé que no te gusta, y ve todo lo que te he escrito.
Creo que también por eso no pude decirte todo lo que
significas para mí y cuánto te quiero.
Me reprimí el decirte que a pesar de los errores que has
cometido, eres a quien admiro, en quien creo completamente que va a ser una
persona plena.
Creo en ti, siempre he creído en ti, y he intentado hacértelo
ver de todas las maneras posibles.
Y estoy tan orgullosa de ti, por infinidad de cosas. Por
cómo has afrontado tantos problemas, porque mientras muchos caen, tú buscas
levantarte.
Una persona fuerte, inteligente, llena de talentos y
cualidades.
Eres tanto, y yo tuve la fortuna de ser quien elegiste como
mejor amiga, como hermana.
ELLA ES MI MEJOR AMIGA.
Y a ella tengo tanto que agradecerle.
Agradecerle quien soy, agradecerle porque es la respuesta siempre cuando no tengo un motivo para estar de pie. Agradecerle muchas de mis victorias.
Dedicarle infinidad de aprendizajes.
Porque tú me dejaste algo que vale mucho más que un cheque con millones de ceros a la derecha.
Me dejaste un crecimiento personal. Siempre te lo voy a deber, y eso nada puede pagarse.
Y no sabes lo infinitamente afortunada que me sentía con tu
amistad, y lo decía todo el tiempo.
“Yo tengo una mejor amiga de verdad.”
Porque el día que alguien conozca lo que tú y yo teníamos,
va a conocer la plenitud que te deja una amistad.
Te extraño, extraño a quien me eligió como mejor amiga, a
quien daba todo por mí así como yo daba todo por ella.
Tú y yo nunca hemos creído en el amor que dura para siempre,
sin embargo en la amistad sí.
¿Será acaso que con la amistad pasa lo mismo con el amor?
Que llega un punto en el que ya no hay nada más que dar o recibir que se
termina.
¿Entonces a dónde se van todas esas promesas, esos planes
juntas?
¿Cómo te hago ver todo esto? ¿No te das cuenta cuando te lo
grito?
No quiero creer lo último que he escrito. Pero tampoco
quiero que llegue un punto en que todo eso tan bonito que tenemos termine en un
caos que odiemos.
No quiero, no quiero que nos perdamos.
Te confieso hoy, tengo miedo, estoy aterrada.
Porque algo en mí dice que debo de alejarme antes de que
todo empeore, que ya no me queden más lágrimas
Porque tú y yo lo sabemos esta amistad era mucho más, iba
más allá de lo común, éramos más que eso y nunca encontramos una palabra exacta
que lo describiera..
Yo sólo quiero lo mejor para ambas, lo que nos haga estar bien.
Quiero que las dos estemos bien, de la forma que sea, como sea.
Este escrito comenzó como un poema y terminó siendo un
desahogo.
Me gustaría dejarlo en la intimidad pero no tengo en dónde
plasmarlo para que lo tengas, porque ya ni siquiera hemos encontrado pretexto
para vernos.
Igual y ni siquiera lo lees, pero esto es para ti, para mi
mejor amiga, a quien quiero más que a nada en el mundo.
Y quien lea esto aunque tenga dedicatoria para una sola
persona, quiero decirle que si quieren a alguien más que a nada, que si tienen
a alguien que los quiera así, procuren, y cuiden algo que pocos tienen la
fortuna de conocer.
Procuren no decepcionar, procuren decir lo que sienten en el
momento.
Procuren demostrar más de lo que dicen.
Porque lastimar a alguien que los quiere infinitamente tiene un peso mayor a cualquier otro delito.
Y mientras ustedes le dedican noches de insomnio a un amor
perdido.
Yo le dedico este insomnio y estas lágrimas a algo que puede
llenarte más que cualquier otra cosa, a un tipo de amor diferente.
A una amistad sincera.
Te quiero con el alma cachi, y así siempre va a ser, aunque
tomemos otro camino.