2.7.12

Carta a un amor perdido.


Aquel amor perdido:
Me hubiera gustado decirte cómo me sentía.
Tal vez estarías aquí a mi lado.
Pero en vez de eso me he dedicado a pretender que me alegra que te hayas ido.
Recuerdo la última vez que viví este amor.
Te vi llorar en frente de mí mientras deseabas que la lluvia se confundiera con tus lágrimas.
Mientras compartíamos el sentimiento de no habernos amado jamás.
Llegué a mi casa y puse aquel ramo de rosas en un florero, un florero en la cocina que no volvió a cambiar de lugar.
Y yo todas las mañanas mientras tomaba mi café y contemplaba aquellas rosas veía en cada pétalo aquellas frases que dijimos y dejaron cicatrices permanentes.
Estas cuatro paredes encerrándome cada vez más.
Siento como no puedo caminar hacía un lugar fijo, todo el tiempo vagando, sin camino.
Y ya ni siquiera siento la luz del sol, sólo siento las gotas de lluvia caer encima de mí.
El dolor es real, aunque nadie lo sepa.
Y estoy llorando por dentro.
Los dos lloramos, fue más que un adiós.
Y cuando te miraba a los ojos ninguno de los dos ya estaba ahí.
Un pétalo más que cae.
Y es que no podíamos creer que había terminado, pero nos conocíamos tan bien que logramos golpearnos en el punto más débil porque así lo quisimos.
Perdimos el control y había días en los que nos queríamos de regreso.
Mientras los pétalos de rosas caían recalcando como este amor se iba marchitando.
Y es que aunque sea difícil de creer te di todo lo que tenía.
¿Por qué no dije las cosas que tenía que decir? ¿Por qué dejé que te marcharas?
Sólo confiésame que sigues siendo mío amor perdido.
Los dos mientras  seguimos dando vueltas en una cama que ya se empapó de lágrimas.
Te extraño, y nadie lo sabe, sólo yo.
Yo sigo buscando un agujero de luz en medio de la obscuridad. Pero no hay luz.
Y tú te has convertido en una sensación que tengo.
No podemos creer que se haya terminado.
Y todavía tenemos tanto que decirnos.
Las noches son solas, los días son tristes, y yo sigo pensando en lo que teníamos, y lloro por dentro y nadie lo sabe, sólo yo.
Era la forma en la que parecías mirar directamente a mis ojos.
Los pétalos siguen cayendo.
Y aquel día más obscuro, tú te negaste a correr conmigo.
Aquel amor por el que tanto habíamos luchado cada vez se marchitaba más.
Cargo con una sonrisa cuando estoy divida en dos.
Los dos ya no somos lo mismo cuando estamos sin el otro.
Y yo con esta sensación que me oprime el pecho cada que despierto.
Un día decido terminar con esto. Sin embargo no puedo tirar aquel ramo de flores.
Coloco el florero en un lugar dónde no pueda verlo más., el agua turbia que alimenta a mis rosas  me recuerda cómo nosotros intentábamos alimentar un amor ya desnutrido. Un amor descuidado, como aquel ramo de flores.
Grito en las noches deseando que me escuches.
Porque la última vez que nos vimos, sigue rondando nuestra mente.
Aquel ramo de flores que he permitido que se marchiten poco a poco.
Sí, mi corazón te llama, y nadie lo sabe sólo yo.
Y yo intento tragar mi orgullo, para poder coger el teléfono y marcarte.
Intentando decir que me arrepiento de aquella noche, de lo que dije, pero no puedo porque me interrumpe el recuerdo de lo que tú también dijiste.
Sin embargo, todos los días, vuelvo a aquel día de Enero en el que nos conocimos.
Ni un millón de palabras podría describir lo que siento.
¿En dónde quedó aquella libertad de la que tanto hablábamos, cuando siempre estuvimos encadenados a un sentimiento?
¿Por qué no nos dimos cuenta cuando nos pertenecíamos?
Y yo, vuelvo a Enero una y otra vez deseando no haberte respondido aquel primer saludo y haber terminado sin empezar aun esta historia que tanto nos ha lastimado.
Noches de insomnio, quedándome despierta, viendo en el techo la escena de nuestra despedida.
Fechas especiales para ambos que quisimos mejor no recordar.
Olvidamos los meses de bonitos recuerdos, de risas, de abrazos.
Se disipó el sabor adictivo que tenían tus labios.
Habernos dado cuenta de cuánto nos amábamos después de habernos despedido.
Recibir el invierno con miedo porque ya no había brazos que me cubrieran.
¿Te fallé? ¿Te decepcioné?
Los pétalos de rosas siguen cayendo.
¿Tendré que sentirme culpable?
Pero yo ya sabía aquel día de enero que te conocí que el final ya estaba escrito mucho antes de que empezara.
Quise cegarte y lo logré.
Me sentí con todo el derecho de tomar lo que ya era mío.
Me robé todos tus sentimientos antes de que anocheciera.
Y es que confieso que aunque haya terminado, esto no ha acabado aquí.
Yo sigo aquí, para ti, por si alguna vez te interesa  saberlo.
Tocaste lo más profundo de mi corazón y encontraste la receta exacta para llenarme el alma.
Entonces es cierto que el amor es ciego, porque cegamos nuestros corazones con este amor.
Compartimos desde sueños hasta la cama.
Dime  ¿Cómo me deshago de eso?
Nos volvimos adictos a conocernos, a aprender uno del otro.
Sin embargo, me sigo despidiendo de ti,  mientras los pétalos van cayendo.
Adiós amigo y amante.
Siempre has sido el único.
Y yo siendo únicamente una soñadora que desaparece cuando despierto.
No pudiste romper mi espíritu porque lo que te llevaste fueron mis sueños.
Y si sigues adelante, siempre ten mi recuerdo...
Recuérdanos como lo que solíamos ser.
Te vi sonreír, te vi llorar.
Podía observarte dormir por horas sin cansarme.
Dispuesta a durar un sinfín de eternidades tomada de tu mano.
Conocía tus miedos, y tú los míos.
Más pétalos caen.
Y aunque tenemos nuestras dudas, estamos bien.
Y si algo puedo jurar, es que te quiero de verdad.
Y que no he podido aprender a seguir sin ti.
Adiós querido amante.
Sigo entrelazando mi mano con la tuya, cuando duermo.
Y mientras entre sueños mi alma llora.
Aquí estoy, escribiéndote esta carta que no vas a leer.
Después tomaré el ramo de flores secas y los tiraré.
Los dos, como dos entes vacios vamos caminando.
Fuiste el único para mí.
Adiós amante mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario