10.4.12

Seguir sin ti.

De pronto un día te despiertas y te das cuenta que algo ha cambiado.


Te cuesta trabajo levantarte, sientes una opresión extraña en el pecho, tus parpados te pesan y sientes que tus ojos se encogieron en la noche.

Entonces recuerdas lo que paso ayer, sientes como tu estomago se cae hasta el suelo y un nudo inmenso en la garganta hasta que sale una pequeña lágrima.

Te metes a bañar y no dejas de pensar en lo que pasó el día anterior. Entonces te alistas y te preparas para empezar tu día, que definitivamente no quisieras que empezara y quisieras quedarte ese día en tu cama hasta que anochezca.

Sin darte cuenta vas caminando por la calle cabizbaja, o bien en tu carro vas manejando en automático, en realidad aun no has terminado de despertar.

Sientes la necesidad de ver a tu mejor amigo/a y hablar, y no quieres que nadie te abrace porque te soltarás a llorar.

Hola, acabas de sufrir una ruptura amorosa.

Una ruptura amorosa puede variar muchísimo de la situación.

Acabas de terminar una relación con una persona que realmente querías, con quien realmente querías estar.

Por fin te animaste en decirle a esa persona cuánto te gustaba y querías y ésta no te correspondió.

Acabas de enterarte de que aquella persona por la cual diste tanto está con alguien más.

O bien, aquella persona que querías con todo tu corazón te decepcionó y te diste cuenta de que lo mejor era dejar ir ese sentimiento.

Y es que, si de algo estoy segura es que a eso que le llamamos estar “enamorados” es lo más complicado en lo que el ser humano puede involucrarse.

Y cuándo ese enamoramiento debe de terminar por la razón que sea, duele, y duele tanto que hubieras preferido que te dieran la paliza de tu vida que sabes que va a durar un par de días, y no ese dolor constante que no sabes cuándo vaya a terminar.

Te dan tantos consejos tus seres queridos, algunas veces hasta lees en alguna revista, libro, lo que sea, y no funciona, claro que entiendes cada uno de los puntos, pero simplemente nadie puede quitarte ese sentimiento de nostalgia que sientes.

Y sí, me ha pasado, y créeme he llorado sorprendida de que aún me quedan lagrimas para seguir llorando.

Si me preguntas cómo fue que a mí me dejó de doler aquella situación fue comenzar a ver las cosas un poco frías.

Cometí muchos errores, como marcarle, y buscarle para hablar, para intentar algo, el rechazo cada vez fue más notorio.

Entonces entendí que por más que yo quisiera, si esa persona no debía de regresar, no lo iba a hacer, que si esa persona ya no sentía lo mismo, por más que yo moviera el mundo no aquello no iba a cambiar.

Me mentalicé de que aquella persona por el momento (o tal vez nunca) no iba a regresar, y que el tiempo es muy cruel y no se va a detener aunque yo quisiera por lo mucho que yo podría estar sufriendo, que la vida en si continuaba y que por lo tanto yo tenía que continuar.

Creo que ese es el primer paso para ir superando.

Yo no sé quien dio ese consejo de “Si amas algo lucha por él” y lo dejó tan al aire.

Porque muchos confunden aquel consejo como rebajarse y perder autoestima con tal de que aquella persona esté a tu lado.

Y no, no debe de ser así.

Ya te he dicho antes que soy fiel creyente del respeto.

Y si alguna vez respetamos tanto a esa persona, debemos de respetar la decisión que tomó, respetar lo que esa persona siente, o quiere.

Y si te falló, respetarte a ti y a que esa persona no valoró lo que sentías.

Otro de los errores que cometí fue haber cargado con culpas.

Me culpé de absolutamente todo lo que pasó.

Y después… Lo culpé a él.

Ese es un grave error que cometemos.

Culparnos de absolutamente todo lo que pasa, que si hubiéramos hecho algo diferente, seguro nada hubiera pasado, y seguiría aquí etc.

O bien, encontrar que esa persona tuvo la culpa, y nos enojamos, maldecimos, y no puedes ni ver a esa persona porque pensarías en agarrarlo a golpes, y hasta terminamos odiando a esa persona que alguna vez quisimos tanto.

Entendí de las dos maneras, que quien tuviera la culpa, no debía de importarme.

Que lo único que lograba era generarme rencores, tanto como para mí cómo para la otra persona.

La situación ya estaba, y yo no ganaba absolutamente nada más que rencores innecesarios que me impedían superar aquella ruptura.

Un día me senté, y perdoné a esa persona, la perdoné de la forma más transparente que pude, y no tuve que decirle nada.

Después, me perdoné, acepté que cometí errores y decidí aprender de ellos.

Me quité dos piedras muy grandes de encima.

Otro error que cometemos muchas veces es buscar a alguien más;

1. Para demostrarle que conseguiste que superar a tu Ex-loquesea o que “estás” con alguien mucho mejor

2. Distracción

3. Desquite

4. Olvidar

5. Recuperar lo que viviste con la otra persona y sentir lo que antes sentías.

Yo apliqué las 4 en diferentes situaciones…

¿Qué crees?

Para lo último para lo que sirvió, fue para alguna de las 4 razones y sólo terminé lastimando a un tercero que no tenía la culpa de absolutamente nada.

Y es que entendí que puede que el/la ex en cuestión puede sentir celos, o puedes desquitarte.

Pero al final, el dolor va a seguir ahí.

Te vas a distraer un momento, pero vas a empezar a comparar a la otra persona y te vas a acordar.

El clavo saca al otro clavo, cuando tú ya has pasado por un proceso de superación, mientras no.

¿Qué hice en mi última “ruptura”?

Me puse el reto de superar la situación por mí, y conmigo.

Sin la ayuda de un tercero.

Salí con mis amigos, escribí, lei.

Me disfruté.

Entendí que me tenía que arreglar para que YO me gustara, no para alguien más.

Dejé de buscar.

Pensé en cómo había llegado esa persona a mi vida y me di cuenta de que fue cuando menos lo esperé.

Y que así iba a llegar otra persona que me enamorara.

Creo que es lo bonito del enamoramiento, cuando no lo fuerzas, cuando te llega espontáneamente y de pronto un día te das cuenta de que te has enamorado.

Me di cuenta también al final, que igual y esta nostalgia que tenía, no era tanto por la persona, si no por lo que esa persona me hacía sentir, extrañaba las mariposas en el estomago, la felicidad, el escalofrío con un beso. Pero en sí, la persona sólo se había vuelto un recuerdo.

Fue más fácil entenderlo de esa manera, de una manera fría.

Me encontraba un día en la esquina de mi cuarto sentada, abrazaba mis rodillas y lloraba.

Estaba enojada porque me decía una y otra vez “me volvió a pasar”

Imaginé las fotos de mis ex ordenadas cronológicamente en filas, frente al mío y observé una por una.

Curiosamente, en las fotos, aquellas personas estaban sonriendo, y yo no.

Entonces cerré mis ojos y volví a ver aquellas fotos imaginarias.

Ese día decidí, recordar lo que me enseñaron, únicamente eso. Entonces dibujé en mi mente otra foto al final de ellos de una sombra con un signo de interrogación.

Me predispuse a que la siguiente persona que me enamorara, también me iba a enseñar algo, y que cuando terminara, iba a ser una foto más reflejando una enseñanza, no más.

Me di cuenta con esas fotos, que he estado enamorada de cada una de esas personas, sin embargo, que el sentimiento había sido diferente con cada persona, y en todos, había disfrutado muchísimo lo que había sentido y con eso me quería quedar.

Entonces, estoy segura, de que en ninguno de los casos me encontré con alguien igual al anterior, y es lógico, NADIE es igual, pero que cada uno me había hecho sentir aquello tan bonito que implica estar enamorada, de diferentes maneras. Entonces seguro la siguiente persona que llegue, me va a enamorar y va a ser diferente, pero igual lo voy a disfrutar tanto como las pasadas, y quien sabe, tal vez ahora lo haga más.

No cabe duda que estar enamorado es algo muy bonito, y que cuando no lo estás de alguien, puedes compensarlo con muchas cosas.

Enamorarse de lo que haces, de lo que vives, de tus amigos, de tu familia.

Cuando comencé a enamorarme de mi alrededor, dejó de hacerme falta estar con una persona.

Una vez me dijeron que aquello de ser feliz por alguien más es un error que muchos cometen.

Creo que en vez de decir “Hola, te quiero tanto que estoy seguro de que me vas a hacer feliz.” Es mejor decir “Hola, soy feliz, muy feliz, y soy tan feliz, que quiero compartir esa felicidad contigo.”

Otra vez lei que la tristeza es sólo un miedo transformado. Un miedo a lo diferente. Te sientes triste porque ya no estás con esa persona y te da miedo saber qué vas a hacer sin la persona.

Te sientes triste porque habías asegurado que aquella persona de la que estabas enamorado/a te iba a corresponder y ahora que viste que no te da miedo saber cómo vas a manejar las cosas.

Te sientes triste cuando esa persona te falla porque te da miedo darte cuenta de que esa persona no era lo que creiste.

Y es algo completamente normal y humano, y es que también si no existieran momentos tristes, no sabríamos lo que es la felicidad, no podríamos tener un punto de comparación para saber cuando estás “triste” o “feliz”.

Mil veces les he dicho a mis respectivos amigos/as que la vida nos forma para ser alguien independiente, y cuándo comenzamos a volvernos dependientes de algo o alguien, la vida nos lo debe de retirar para seguir con ese camino de independencia.

Siempre he creido que una persona está en tu vida porque tiene que estar, porque va a aportar algo en su vida y tu en la de la otra persona, cuándo ya no hay nada más que aportar, la persona sigue su camino y se marcha. Y tu debes de estar infinitamente agradecido/a por lo que te enseñó, limpiar un poco tu corazón que se desordenó un poco, y después abrir las puertas para alguien más.

¿Qué pasa con esas personas que siempre están juntas?

Pues esas personas siempre tienen algo que aportarse el uno al otro. Qué afortunados son.

Debemos de aprender a no acostumbrarnos a las personas, porque éstas están en constante cambio, y de un momento a otro se convierten en personas diferentes.

Si una persona quiere estar contigo, lo va a estar, si te quiere ver, te va a pedir que se vean, y si te extraña, en algún momento te lo va a decir. De lo contrario, es mejor hacerse a un lado y continuar caminando.

Tú también puedes hacer lo mismo, pero siempre midiendo hasta qué punto no vas a dejar de quererte o respetarte por aquello.

Y si esa persona es para ti, lo va a ser, en unos años, semanas, meses, pero lo va a ser.

Aprender a que nadie te puede quitar lo que es tuyo, porque eso que es tuyo tampoco sabe estar sin ti.

Si no lo es, es peor querer retenerlo y más largo el sufrimiento, es mejor dejarlo ir.

Creo que también me ayudó mucho en reflexionar que la ausencia de esa persona y cómo me afectaba, me perjudicaba más de lo que me beneficiaba.

Me dispuse a llorar, pero me puse una meta límite para llorar, después me prometí no hacerlo.

Porque si de algo estoy segura es que las lagrimas nos nublan la mirada a muchas cosas que hay en frente de nosotros.

Siempre que sufro una ruptura amorosa me pasa algo muy chistoso, conozco a alguien en poco tiempo a quien le gusto, me invitan a salir.

Creo que alguien o algo, que sabe más que yo, me quiere dar a entender que hay muchisimas personas en este planeta que se pueden fijar en mi y viceversa, que la persona pasada no va a ser la única ni la ultima.

Obvio no me enamoro de esas personas después, pero me ayudan a entender que siempre habrá alguien, y por ahí, en algun lugar debe de estar el correcto.

Me dispuse a conocer, a aceptar a quien me invitara a salir, (mientras no me resultara desagradable, claro está), con el fin de conocer, no de decir “seguro esté/está es el/la buena/o” simplemente darme la oportunidad de abrir mi panorama.

Nadie te conoce mejor que tú, y tú sabes perfectamente cómo superar una ruptura. Y apoyo eso, siempre y cuando al final tú estés bien y no afectes a terceros que no tienen la culpa.

La nostalgia y la tristeza va a permanecer ahí un tiempo, pero está en nosotros cómo queremos sobrellevar aquello y cómo queremos salir adelante.

Está en nosotros cuánto tiempo queremos sufrir y cuánto vamos a querer disfrutar.

Que el resultado final siempre sea una sonrisa que salga desde lo más profundo de ti.

No hay que preocuparnos por las rupturas, hay que agradecerle a las personas que nos hicieron sentir aquello, y agradecer también si se marchan, porque has aprendido una lección.

Te confieso que yo quiero con todo mi corazón a quienes me han enamorado, y así va a ser siempre, porque fueron personas especiales.

Y como quiero a cada una de esas personas siempre voy a desearles que estén bien y si llegan a necesitar de mi ayuda Y me la piden, lo haré.

Siempre recordando que me quiero, me respeto y valgo mucho y no debo de perder aquello por nadie más.

Y que cada ruptura (que también esperemos no sean demasiadas) sea un poco más fácil de sobrellevar.

Hay que recordar que SIEMPRE tenemos una nueva oportunidad para cambiar las cosas, para mejorarlas, los días no se nos acaban hasta nuestra muerte, y cada minuto, hora, día puede ser el momento indicado para ponerse de pie y hacer algo al respecto.

Simplemente está en nosotros.

Espero aligerar tu ruptura amorosa, y si no la estás viviendo, espero te ayude en un futuro (espero muy lejano) para llevarlo.

Siempre es un placer escribir para ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario